NO A ESPALDAS
DEL PUEBLO
Una de las
mayores urgencias que nuestra nación tiene, es que haya quien vele por los
derechos y los intereses del pueblo.
Dado que es víctima de una secular manipulación mediática, aunada a una
distorsión educativa y a un constante saqueo de sus bienes. La ciudadanía
permanece inerme ante un cínico despojo por parte de los que se han apoderado
de las instituciones, argumentando que la voluntad de la mayoría de la
población se manifestó en las urnas, donde depositó su confianza y soberanía en
los líderes de los distintos partidos políticos, que conforman el Gobierno en
sus diferentes niveles.
Asentado
esto, los gobiernos “elegidos democráticamente” disponen a discreción de la
riqueza nacional, a su antojo y propia conveniencia, continuando una política de largo plazo diseñada ex
profeso para favorecer ajenos intereses, que tienden a depredar los recursos
naturales de la Nación, voluntades que desprecian las voces de la porción de
ciudadanos pensantes, críticos y nacionalistas.
Lo de menos
es sobornar, cooptar, comprar objeciones; utilizando todos los métodos a su
alcance, desde el contubernio, hasta el cabildeo en el Congreso, para modificar,
alterar o suprimir leyes constitucionales que obstaculicen la entrega de la
riqueza de la República; mediante negocios turbios, acuerdos discretos o
tratados opacos.
Los ciudadanos
libres de compromisos políticos, tenemos el deber de defender al pueblo
mexicano de la ralea de políticos que no nos representan y que negocian con un
patrimonio que no les pertenece. Debemos
elevar y hacer valer la voz que impida al Poder Ejecutivo obrar a espaldas de
la ciudadanía con la riqueza de México.
No se trata
de la inmovilidad per se, como argumentan los neoliberales, no de poner una camisa de fuerza al País y
evitar su desenvolvimiento; se trata de evitar, que los gobernantes que se
apoderaron de la autoridad, realicen dudosas operaciones a espaldas de los
ciudadanos.
Es
imprescindible que de alguna manera se eleve efectivamente la prohibición de
efectuar transacciones con el patrimonio nacional sin el consentimiento de las
fuerzas vivas y conscientes de la sociedad, se hace ahora más que nunca
necesario que se respete la integridad, la soberanía y la voluntad de los
ciudadanos, tal como la Constitución lo establece.
Sin el aval,
sin el consentimiento, sin la anuencia del pueblo capaz y digno, nadie ningún
funcionario de nivel alguno, tiene derecho a comprometer lo que nos pertenece a
todos los mexicanos. Tenemos que encontrar el procedimiento adecuado con los
intelectuales honestos de este país, para forzar al poder a consultar, con las
bases académicas, científicas y preparadas, toda decisión que ponga en
predicamento el futuro de esta nación.
No es posible que un puñado de oportunistas, parásitos
incrustados en el poder, dispongan a su arbitrio de la riqueza que pertenece a
todos los mexicanos, para favorecer intereses extranjeros y engrosar sus
bolsillos con comisiones fundadas en la traición.
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