lunes, 28 de septiembre de 2015

LOS PROFETAS



LOS  PROFETAS

En la tierra de los profetas, todos nos sentíamos adivinos, cada uno pronosticaba los acontecimientos que se irían a verificar sobre nuestro mundo.
Las diversas premoniciones con frecuencia se contradecían, los optimistas resaltaban el valor de las conquistas sociales aparentes hechas sobre el retraso secular de los grupos marginados de la espectacular prosperidad industrial.
Otros vaticinaban catástrofes insólitas que amenazaban la continuidad de la civilización, había quien pregonaba un salto cualitativo del hombre hacia estadios superiores jamás imaginados.
Los brujos auguraban desde fatales cataclismos, hasta el arribo de naves extraterrestres,  algunos  médiums revelaban que en sus sueños se manifestaban los dioses creadores del universo y al despertar anunciaban con certeza lo que iba a suceder.
Versiones iban y venían, divergencias y coincidencias dibujaban un complejo escenario, desde los profetas bíblicos hasta los lectores del tarot  y de las líneas de la mano o del café y de otros fetiches; pero todos habían fallado.
Verás esto, serás testigo de esto otro, vendrán los tiempos en que…, más vale que te cuides porque ya se anuncia la llegada del mesías, del redentor, la caída de un aerolito de enormes dimensiones, la sequía, inundaciones sin precedente, terremotos de gran envergadura, pestes y hambrunas, el derrumbe de los imperios, los jinetes del apocalipsis derrapando en el firmamento.
Los profetas sabíamos que íbamos a morir, tarde o temprano rendiríamos, nos  evaporaríamos entre la bruma del olvido; pero dejaríamos constancia de nuestro genio premonitor, estábamos convencidos de la certeza de nuestros  augurios.
Pero la inercia con que transita la historia es como una avalancha que desciende de la montaña, la ruta marcada por el destino, no se desvía ni un ápice, nadie puede hacerse a un lado ni escapar, como un alud en una carrera imparable dirigida por  leyes condicionadas por voluntades indescifrables.
Los profetas se tropezamos, nos fundimos en el abismo de las profundidades ocultas, dentro de nuestro estéril esfuerzo por prevenir al género humano acerca de su infinita fragilidad.              
  

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