lunes, 28 de septiembre de 2015

LOS MEDIOS Y LOS FINES



LOS MEDIOS NO JUSTIFICAN EL FIN

Tradicionalmente se ha condenado que el fin no justifica los medios y enfáticamente que los medios tramposos, sucios o violentos, no excusan los mejores objetivos que se tengan; pero se pasa por alto cuando los medios son correctos, pacíficos, decentes; entonces no hay necesidad alguna de justificar nada, aunque el fin sea pernicioso.

Existen medios “decentes, honestos y educados” que pueden pasar todos los preceptos y canones de buen comportamiento, formas socialmente aceptadas y hasta elegantes de conducta; pero los fines son los que están en tela de juicio.

Me refiero a aquellas acciones diplomáticas cargadas de buenos modales, justificadas en sí mismas en cuanto a estilo y forma de hacerse, pero cuya finalidad es nefasta o destructiva.

Aquel funcionario, ejecutivo o empleado que pone todo su empeño y capacidad en la fabricación de venenos, toxinas como el ántrax u otras armas letales, quizá desconozca o no, el fin que habrán de tener sus esfuerzos personales; si lo sabe se encoje de hombros y piensa:”solo cumplo con mi trabajo”

Así lo dirá el Ingeniero químico empleado en la fábrica de napalm, lo mismo pensará quien trabaja en Monsanto o en la imprenta donde hicieron la papelería electoral de una democracia fantasma con la que engañan al pueblo y empañan la política nacional o alguien que se ofrece para facilitar la entrega de los bienes energéticos y estratégicos al enemigo.

Buenos medios para nobles fines, contra formas ruines para lograr objetivos perversos y su antípoda: Buenos medios para infames fines, contra: Erróneos métodos para el logro de dignos objetivos.






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