JAVIER
Estaba absolutamente seguro que alguien lo vigilaba
permanentemente, que era enfocado por la visión de un ente superior todo el
tiempo, pero ahora le llegaba la impresión de que era un equipo completo el que
estudiaba su vida, su comportamiento, su pensamiento, su imaginación.
Empezó
por hablar directamente con aquel equipo silencioso que no solo le interceptaba
en cualquier lugar y en cualquier momento sino que lo seguía, lo perseguía, lo
juzgaba, lo castigaba y no le daba tregua.
Le
producía intensos dolores, nada más porque sí, le hacía decir y hacer cosas
inauditas, innecesarias y hasta perjudiciales, sin su consentimiento, sin su
aprobación.
Lo
torturaban durante el día, por la noche le producían horrendas pesadillas o
insomnio, una de dos invariablemente.
Sabía
que aunque nadie había aparentemente a la vista, ahí estaban esos silenciosos e invisibles seres sin quitarle
un solo instante el ojo de encima a través de tele-espectroscopios satelitales,
puestos en órbita ex-profeso.
Trató
de seducirlos, de cautivarlos, intentaba constantemente estar de su lado, hacer
exactamente lo que le ordenaran; pero callaban y no porque fueran mudos, sino
para hacerle enojar, para molestarlo, hacían como ignorarlo para luego
atormentarlo por no haberlos interpretado fiel y correctamente.
Buscó
ayuda en la policía, les explicó su historia, lo mandaron al Psiquiatra, le
amenazaron con pastillas contra la esquizofrenia, le recetaron electrochoques,
pero se negó a cooperar.
Una
madrugada salió como escapando de un calabozo, dejó en su cama una almohada que
cubrió con la colcha y en el silencio del alba se perdió entre bruma.
No
lo habían visto sus verdugos, allá quedaron los sicarios que probablemente
confundidos aguardaban perforando un sueño inexistente.
Se
sintió libre de los ganchos con que lo habían atrapado los dioses, llegó
caminando al remanso donde las aguas del arroyo le dan de beber a los sapos, a
los peces, a los alces, al jabalí y al unicornio.
Se
hincó para beber con la cuenca de sus manos y en el espejo del agua vio
reflejada la imagen caricaturesca de mariposas, conejos y hadas. Se apartó al
ver que todos asintieron con la mirada.
Así
pasaron los minutos y las horas, el sol prendió de esplendor la mañana y su
color se esparció por el bosque cruzando las sombras con su luz.
Él
escapó de sus perseguidores enemigos, quienes hoy todavía esperan en silencio
que mi amigo Javier se levante para sorprenderlo con su presencia.
Pero
Javier ya no está, se fue para siempre
No hay comentarios:
Publicar un comentario