NOÏA OTSUAF
Muerto de miedo, se escondía detrás de alacenas, tanques, bloques y
donde podía; procuraba no hacer sombra ni ruido alguno, parecía suspendido,
como flotando en una espuma verdosa.
Luego se agachaba entre la hierba, se perdía entre las matas, se
soslayaba tras los frondosos árboles de aquellos milenarios bosques llenos de
leyenda y misterio.
Lo veía venir de lejos y entonces entraba en paranoia, se tenía que
tapar la boca con las dos manos para no oír sus alaridos de pavor y así
arrastrándose huía hacia el interior de aquel paraíso fantasmal.
Se sentía acosado, sabía que lo espiaba aquel diabólico ser que le
prometió el infierno, se consideraba la presa de aquel furtivo cazador de
almas.
Lo husmeaba, seguía su rastro, por más indeleble que fuera, tenía un
olfato de lobo. ¿Cómo enfrentarlo desarmado? Lo único que le salvaba era
escapar, ya no había donde ocultarse, pero cada vez se acortaba la distancia y
ahora a mayor velocidad, todo por haberle vendido su alma; pero hoy ya están a
unos pasos, pronto estarán frente a frente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario