jueves, 18 de octubre de 2018

EL CUANTO EGOÍSTA


EL CUANTO EGOÍSTA
Todo pasa, transcurre en el tiempo, las hojas caen en Otoño, la nieve en Invierno, las flores abren la primavera y en el Verano se desatan las fuerzas del viento es Eolo y Poseidón que rugen en furiosos embates.
Sucede aquí, allá, abajo, arriba; por todos lados acontece, en mi cuerpo también los tejidos se renuevan, las células muertas salen expulsadas y metabolitos frescos llegan a sustituir los desechados.
Solo yo sigo aquí metido, viendo pasar la historia, testigo de cómo la gravedad va venciendo todo a su paso, como se desmoronan los edificios, como envejecen los hombres y como mueren, se van, desaparecen como si fuesen luz que se apaga, quién si no nadie está detrás de todo esto.
Nuestro ser dentro de un mundo tridimensional y temporal, se encuentra perdido por pertenecer a una existencia cuántica donde el espacio y el tiempo dejan de ser los ejes directrices de la física, donde la lógica cartesiana y la geometría euclidiana no funcionan, donde las leyes de Newton no operan, donde cronos no cabe, donde se puede estar en varios sitios a la vez, donde la distancia no cuenta.
Es por eso que vivimos en un desconcierto, entre el sueño y la vigilia, entre lo imposible y lo evidente. Pertenecemos así a dos mundos ni contradictorios ni opuestos, pero misteriosamente complementarios, recipientes donde se ejercen fuerzas diferentes.
Nuestra mente, alma, espíritu o psique energética que habita nuestro cuerpo, se rige por leyes cuánticas y no obstante hay que lidiar cotidianamente con las dimensiones magnas que ocupan espacio y tiempo.
Sensaciones físicas intercaladas de dudas conscientes con fractales inconscientes, sueños cuánticos mezclados con imágenes estrambóticas y estrafalarias. Estamos entre dos fuegos, ni somos totalmente unidades corporales ni absolutamente cuánticos.


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