lunes, 8 de octubre de 2018

ENGAPULAR



ENGAPULAR
Hay acciones que se ejecutan, pero no tienen nombre, se ocultan tras el mutismo, se diluyen entre distractores para inocularse subliminalmente en la interlocución con el auditorio; son conceptos que aun siendo reales, carecen de palabras en el lenguaje para referirlos, simplemente se efectúan.
Como por ejemplo: antes que existiera el léxico que define los siguientes conceptos, éstos se dieron: la sospecha, la intriga, la cobardía, la canallada, la traición, la humillación, etc. Primero existieron y después se les adjudicó un término lingüístico.  
Es decir, antes existió lo siniestro, la venganza, el rencor, el odio y el amor; solo entonces se les define, etiqueta, encapsula o describe en qué consisten.
Así el hacer complicidad involuntaria a un tercero o sea manipular subliminalmente al auditorio, al público, a un grupo de personas o a una sola, para que se asocien con el locutor, conductor, profesor o quien ejerce la palabra; no posee un léxico que defina esta acción, este verbo.
Este concepto hasta hoy anónimo, involucra el apoyo sin el consentimiento del público, sea éste uno o muchas personas, contando con su anuencia incondicional, da por sentado que quien funge como escucha, televidente, lector o auditorio en general, están conformes y de acuerdo, con lo que argumenta quien tiene la palabra, aunque sean sofismas o falacias.
Contar anticipadamente con su apoyo sin su tácita aprobación, asume que están de su lado, es actuar como si todos estuvieran de acuerdo conmigo en una polémica, mis argumentos no necesitan convencer, puesto que son sustentados predeterminadamente por el auditorio.
Esta forma de controlar la opinión hasta hoy carecía de un verbo que la nombrara,  se le designa: Engapular.



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