ENGAPULAR
Hay
acciones que se ejecutan, pero no tienen nombre, se ocultan tras el mutismo, se
diluyen entre distractores para inocularse subliminalmente en la interlocución
con el auditorio; son conceptos que aun siendo reales, carecen de palabras en
el lenguaje para referirlos, simplemente se efectúan.
Como por
ejemplo: antes que existiera el léxico que define los siguientes conceptos, éstos
se dieron: la sospecha, la intriga, la cobardía, la canallada, la traición, la
humillación, etc. Primero existieron y después se les adjudicó un término lingüístico.
Es
decir, antes existió lo siniestro, la venganza, el rencor, el odio y el amor;
solo entonces se les define, etiqueta, encapsula o describe en qué consisten.
Así el
hacer complicidad involuntaria a un tercero o sea manipular subliminalmente al
auditorio, al público, a un grupo de personas o a una sola, para que se asocien
con el locutor, conductor, profesor o quien ejerce la palabra; no posee un léxico
que defina esta acción, este verbo.
Este
concepto hasta hoy anónimo, involucra el apoyo sin el consentimiento del público,
sea éste uno o muchas personas, contando con su anuencia incondicional, da por
sentado que quien funge como escucha, televidente, lector o auditorio en
general, están conformes y de acuerdo, con lo que argumenta quien tiene la
palabra, aunque sean sofismas o falacias.
Contar
anticipadamente con su apoyo sin su tácita aprobación, asume que están de su
lado, es actuar como si todos estuvieran de acuerdo conmigo en una polémica,
mis argumentos no necesitan convencer, puesto que son sustentados
predeterminadamente por el auditorio.
Esta
forma de controlar la opinión hasta hoy carecía de un verbo que la nombrara, se le designa: Engapular.
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