sábado, 7 de enero de 2017

LA PROPIEDAD

LA  PROPIEDAD

Alrededor de la propiedad ha girado el destino del hombre, el dueño es el amo y señor; quien tiene a su nombre  títulos y escrituras es mayormente valorado, nada hay más importante en el mundo.
Tener es el tesoro más preciado, poseer es sagrado: tierras, fincas, animales, fábricas, máquinas, naves, vehículos, bodegas, instalaciones, concesiones, petróleo, minas, armas, obreros, empleados, mujeres ¡poder!
El máximo galardón social, la cumbre del éxito, el reconocimiento público, la admiración y la envidia de los demás; súbditos, séquito, secretarios particulares, auxiliares, asesores, asistentes, siervos, esclavos; se convierten así los propietarios, en dioses de poliuretano.
La propiedad es el eje fundamental de donde nacieron los imperios, las monarquías, las dinastías, las herencias, los descubrimientos, las conquistas, los estados y las guerras. La injusticia ha ido acompañando la apropiación, el fuerte abusando del débil en todas sus diferentes escalas; el concepto abstracto de propiedad abarca tanto al potentado dueño de miles de millones de acciones bursátiles que cotizan en las bolsas más importantes del mundo, como al menesteroso que solo posee las garras que le cubren, quizá con el mismo fervor defienden sus privados intereses, he ahí la paradoja.
La mayoría de los delitos, fraudes, corrupción, crímenes, engaños y  abusos se cometen por tener propiedades,  sean éstas inmuebles, muebles, dinero y/o valores en general.
La propiedad es engañosa, confunde el concepto, desde la señora que solo posee un anafre donde hace gordas, tacos y tlacoyos,  hasta el magnate dueño de minas, fábricas, ferrocarriles, edificios, ranchos, fraccionamientos, compañías de telecomunicaciones, líneas aéreas y acciones bursátiles en múltiples empresas.
Ambos tipos de propietarios defenderán a capa y espada sus derechos y por ningún motivo están dispuestos a renunciar a sus respectivas posesiones; para ambos el socialismo es igual de aberrante y atentatorio a la libertad económica; he ahí otra vez la paradoja.
La distinción entre propiedad personal y propiedad pública es siempre motivo de confusión y polémica.




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