viernes, 26 de agosto de 2016

PERO YA ERA VIEJO

PERO YA ERA VIEJO

Le seguía gustando la fiesta, la algarabía, el carnaval, la música, el baile y los deportes; pero ya era viejo.  Quería continuar viajando, descubrir nuevos placeres, probar  otras aventuras, disfrutar exóticos sabores, oler fragancias paganas; pero ya era viejo.

Le gustaba la belleza juvenil, cuando veía las doncellas saltar entre las flores y correr en la pradera, se estremecía como un cachorro; también se ruborizaba junto a las muchachas que sonreían al sol, le lloraban los ojos de emoción en los atardeceres, cuando los pájaros retornan a sus nidos piando de contentos; pero ya era viejo.

Su corazón latía estrepitosamente frente a las nenas que meneaban sus faldas con el viento de la mañana, sentía escalofríos a la hora que las jóvenes enseñaban sus muslos en el jardín y se le desorbitaban los lentes cuando inclinadas, mostraban sus senos; pero ya era viejo.

Quería participar, opinar, advertir, aconsejar, premiar, besar, abrazar, desnudar, sentía el ímpetu irreverente de conquistar y domar féminas rebeldes; pero ya era viejo.

Le hubiera encantado desafiar al mar, trepar la montaña, cruzar el desierto, correr en el llano, pescar en el río, explorar, investigar,  experimentar, crear, pintar, esculpir y compartir todo con el amor; pero ya era viejo.

Le hubiese fascinado raptar una princesa ardiente y llevarla al bosque para amarla profundamente, aún soñaba en perseguir una linda rubia por los trigales, alcanzar una hermosa morena entre los nopales o derribar una espléndida trigueña en medio de la floresta, para deleitarse con sus labios y comérselas a besos; pero ya era viejo.

Cómo deseaba que su sendero tuviera mucho por delante, que su horizonte se extendiera más allá las fronteras, todavía sentía la potencia de su sangre reverberar en sus venas y prendidas sus hormonas en el cuerpo; pero ya era viejo.

No se cansaba del deseo, ni estaba fatigado de ser, sentía la euforia de la vida vibrar en su naturaleza tardía, no dejaba de asombrarse y suspirar ante la belleza del amanecer; pero ya estaba viejo. 

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