miércoles, 10 de agosto de 2016

ANDABA DE SOBRA

ANDABA DE SOBRA

Así se preguntaba: ¿A quiénes haces falta? y se respondía: - A nadie, creo que estoy de sobra, nadie extraña mi presencia, tampoco mi ausencia cuando falte, excepto mis acreedores, que verán un violín pintado en mi partida.

-Estuve en el ajo, me creí indispensable para salvar el mundo del tedio, me les di en el teatro, me les entregué en el cine; les brindé sonrisas, maromas y brincos; solo recibí rechiflas.  Llegué iracundo al camerino secreto para darme un aplauso- Así se decía-.

-Me creí importante, -me confesó,-  y con talento, pero cuando me vi en el espejo de la juventud tardía, descubrí el recinto vacío.  ¿Dónde están aquellos que me señalaban, esos que me apuntaban con índice acusador o con miradas de admiración?   ¿Dónde quedaron esas risas contagiosas que plagaban todo de alegría cuando me encontraban? ¿Dónde las faldas que se meneaban frenéticas, cuando me acercaba?  

-Aquellos clamores que exigían mi permanencia, ahora yacen sepultos en las entrañas del olvido; esos brazos abiertos como molino de viento girando para recibirme cuando acercar  me veían, se han volteado, me han arrinconado en el sótano del abandono.

-También por eso huyo – continuó – ¡me voy, me retiro, me regreso a la caverna de la que nunca debí haber salido! 

Luego se fue por la ladera de aquella montaña y se perdió entre la neblina.  

  

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