sábado, 5 de diciembre de 2020

DIOS Y SER


DIOS Y SER

Cronos debe ser el dios que todo lo atraviesa, los dioses de los pueblos primitivos danzaron a su ritmo.

Dios se entretiene con las desgracias acaecidas a los hombres, somos su vicio, su hobby, él decide hasta el último detalle, escucha las plegarias, aconseja, castiga y perdona a quien en él cree; Dios se transforma, se multiplica,  cambia de ropaje como de humor, es impredecible.

Los dioses fueron un excelente invento, resolvieron la anarquía y el nihilismo propio de la raza humana; Dios, dijeron: sabe esperar, es tan paciente que no ha venido a visitarnos nunca, ni vendrá en el fin de los tiempos.

Dios antes de ser, ya era en su infinita soledad cósmica, deambulaba en medio del caos universal, no habiendo quien reclamara su presencia todavía, la ocurrencia de la creación no había surgido y el tedio imperaba en el vacío sideral.

Dios es muy susceptible, delicado y se resiente en su trato, ay! De quien hable mal de dios, él es masculino, violento y vengativo según el Pentateuco, es descrito en la Tora como un monstruo sin compasión ni sentimientos para los hombres, obra por caprichos.

Dios es una mala jugarreta de los brujos y sacerdotes arcaicos, las religiones se los apropiaron, el papa lo hizo suyo, en exclusiva.

Dios existe en la fe, en la creencia esquizofrénica de los feligreses, en las malvadas palabras de los políticos, en las cruces de las iglesias, en los sagrarios de los altares, en las páginas de la biblia, en el pulpito de los templos y en la dolorida conciencia de los pecadores.

Los santos debieron santificarse en los cielos, no en el Vaticano, Dios es un anhelo de los rebaños, es un deseo de las tribus, un querer de las familias que piden: Dios por favor existe, para que la vida nuestra tenga una razón de ser, sin ti nada tiene sentido, ¿a quién entonces implorar, a quien rezar, a quién acudir, a quién reclamar?  Dios eres un escudo para las desgracias, una protección para el desasosiego, una promesa de salvación hacia la vida eterna o Dios es una gran mentira, un enorme fraude para calmar nuestro desconsuelo, una esperanza fingida, un artificio metafórico, una comodidad del alma; también un foco de discordia, una trampa insustancial, una amenaza que se cierne sobre nuestra ignorancia.

A dios hay que decirle adiós, pues su existencia no solo está en duda sino que es un concepto paradójico que distorsiona la verdad que subyace en nuestra misteriosa existencia de ser.   

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