lunes, 7 de diciembre de 2020

DEMASIADO TARDE

 

DEMASIADO TARDE

Tenía el alma envejecida hacía mucho tiempo, se daba cuenta por el cansancio, desde muy joven se sentía abatido por las circunstancias, lo atormentaban los gritos de las multitudes, los escándalos de las fiestas y la puerilidad de las reuniones, donde se intercambiaban éxitos y se presumían las conquistas amoriles, los orgullos  donjuanescos, las apologías de triunfos y glorias de los ganadores.

Era así viejo y decrépito por dentro, aunque por fuera aparentaba estar en  la flor de la vida, no le gustaron  nunca las fiestas donde la música, el canto, el baile y las risas se confundían en un jolgorio generalizado, por eso se escapaba temprano, rehuía toda convocatoria, concurso, invitación, certamen y evento donde estuviese presente la alegría.

Su alma vieja se imponía frustrando el contento de sus congéneres, amigos y parientes, era de espíritu muy triste, como si estuviese vacío, agotado de tanto existir, cuando apenas estaba en los albores de la vida.

Ahora que era ya físicamente un anciano, se le despertó el entusiasmo por gozar de la existencia, pero ya era demasiado tarde.

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