ELLAS Y ELLOS
La igualdad
entre mujeres y hombres, igualdad en todo lo maravilloso y positivo, en lo
amoroso, en lo grandioso, en la nobleza del alma y en la generosidad.
Igualdad en
la ternura, en la gentileza, en la calidad de sentimientos; igualdad en las
virtudes, en la entereza, en la entrega, en el altruismo, en la templanza, en
la prudencia, en la paciencia y en la tolerancia; igualdad en el ingenio, en la
honestidad, en la sinceridad, en la humildad, en la congruencia y en la
integridad.
Pero la
igualdad de mujeres y hombres en lo abusivos, en lo traicioneros, en lo falsos,
en lo tramposos, en lo chismosos y argüenderos; la igualdad en lo léperos y
pendencieros, en lo estúpidos y viles, en lo necio e incongruentes, en lo
cobardes y rencorosos; no es aconsejable.
Cada sexo
tiene peculiaridades muy especiales que les distinguen por su propia
naturaleza, dejemos pues que ambos tiendan a ser virtuosos, a que lo que lo
mejor de cada sexo se exprese y que ambos sean iguales solo en lo óptimo del
ser humano.
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