PROHIBIDO
El sabor de lo prohibido llama como la miel a la abeja, qué mejor
deleite que aquello que fue satanizado, ahí está el gusto, ahí el placer, tras
la chapa y el candado.
Refulge la reja que niega el paso, reverbera la puerta que detiene el
camino, es ese letrero que advierte del peligro, lo que invita al desafío.
Ahí donde están las leyes que inhiben la libertad, está el reto.
Detrás del muro, las delicias. Bajo esas naguas, el placer.
Violar las reglas, romper las tablas, pisotear los estatutos, burlar
artículos, reír de las leyes, despreciar los procedimientos; he ahí el antojo
del liberto.
Fuera cadenas, al demonio las ataduras, al diablo los juramentos, al
infierno las promesas, al carajo las enmiendas, al drenaje los remordimientos.
¿Qué magnetismo ejerce lo prohibido, que con mágica sustancia embelesa
al atrevido? Desobediencia ciega, rebeldía callada, pudor oculto que candente
arde el alma.
No me hinco, no me doblego a los dictados de la fe, estalla el volcán herviente con un sórdido dolor que late en el centro de la existencia.
Eso no vale, por ahí no pases, ni siquiera lo intentes, te meterás en
problemas, no vale la pena el riesgo, rezan las advertencias, sentencian las
amenazas.
Renuncio a lo permitido, rechazo lo posible, descarto lo prudente,
desdeño lo aconsejable. Voy por lo imposible, por lo que apena, por lo que
acongoja y da vergüenza; me revuelco en lo vedado, me escondo en el pecado, me
hundo en el escarnio, me muerdo los labios, me lamo los pies, me solazo con
pensamientos lujuriosos, disfruto las prácticas libidinosas, me escurro entre
blasfemias, abrazo anatemas, juego con sacrilegios, quebranto todos los
preceptos.
Vuelo por los aires, me remonto a las profundidades, doblego a las
diosas, hago víctimas a las vírgenes, cazo dragones, monto unicornios, rejoneo
minotauros, correteo cancerberos, soy amigo de sátiros, intimo de Dionisos, soy
amante de Diana y de Venus, me seduce lo infame, lo malvado y lo pernicioso.
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