LA CIUDADANIZACIÓN DEL
PODER
A la clase política, le ha parecido una aberración, una afrenta a su
condición y calidad, el que la ciudadanía se atreva a poner en duda su
legitimidad y con ello su credibilidad; al proponer que los órganos electorales
tuvieran siquiera, participación del pueblo en los procesos.
La ciudadanía, por cuyo apoyo luchan todos los políticos, es
considerada por éstos, como inmaduro y pueril, una horda sin criterio ni capacidad para
organizar nada, tampoco para gobernarse e incluso ni siquiera para elegir a sus
autoridades.
La ciudadanía es, al menos teórica, hipotética y constitucionalmente
la depositaria de la soberanía, es decir, la máxima autoridad de este país y
osó sugerir y conseguir que la operación de los procesos electorales pasara a
sus manos. A regañadientes lo aceptó el
poder, con las reservas de una inercia autocrática de los partidos, de
Gobernación y de la clase política que todavía se resiste a renunciar a este
privilegio.
Toda clase de trabas han obstaculizado este asomo de democracia, la
elección de presidente y consejeros electorales, ha estado manchada de
manipulaciones, preferencias, engaños y fraudes.
Ahora la ciudadanía se da cuenta de la importancia, no solo de su
participación, sino también de su jerarquía para imponer su voluntad en la
difícil transición a una democracia verdadera y dejar atrás la falsa y simulada
democracia que nos ha caracterizado.
Queremos ser un pueblo que merezca un buen gobierno, por ello deseamos
ciudadanizar no solo el organismo encargado de los procesos electorales, sino
también el poder político en su conjunto.
Esta corriente de pensamiento pro-democrático, coloca en la mesa el
debate político, la factibilidad de que la ciudadanía además participe activa y
soberanamente en la formulación de las leyes, en la vigilancia de su aplicación
y en la fiscalización de la ejecución de la voluntad ciudadana.
Debemos los ciudadanos dejar de ser ese sujeto pasivo, que solo
participa activamente el día de las elecciones y después se retrae a observar como lo marginan, lo ultrajan, lo
despojan, lo abusan, lo usan y lo explotan los miembros de la clase política
enquistada en el poder y la que ya se avecina, la que ahora está en ciernes.
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