EXPERIMENTO FALLIDO
Obligados a aceptar la fantasía y negar la realidad, sometidos a
múltiples presiones reaccionábamos.
¿Cuáles y cómo eran esas presiones? Las naturales del propio cuerpo
vivo, era el hambre, la sed, el sueño, el cansancio, el calor, el frío de la
intemperie, el deseo y la necesidad de cariño.
Esas presiones nos nacían del organismo y debíamos actuar para
saciarlas, eso hacía movernos, nos hacía buscar satisfacer las demandas que
nuestra propia sobrevivencia generaba.
Empecé a volverme loco el 11 de Junio del 2011, al darme cuenta de
ello supe que ya no era responsable ni de mis pensamientos ni de mis acciones,
era yo un inventor de fantasías, mentiras aberrantes, un soñador, un utópico,
un idealista incorregible.
Vivía creyendo en un mundo inexistente, repudiando la realidad que me
pisaba los talones, que me atosigaba permanentemente, que me acosaba; la rehuía
con toda clase de argucias y artimañas, luego me alcanzaba, me caía encima para
aniquilarme y por fin lo consiguió.
Nunca lo hubiera querido, pero algo me decía que no podía escapar a la
ley natural, el epílogo había llegado a su hora, no irrumpía de manera alguna,
lo hizo pausada y respetuosamente.
La realidad sobrepasaba toda fantasía, mi estéril imaginación se
colapsó ante la cripta donde el cuerpo de dios descansaba, el misterio de la
vida escondía revelarse a mis ojos, únicamente captaba lo permitido por mis
limitados sentidos, una mínima parte del espectro infinito de una aparente
existencia de las cosas.
Por eso ya no quise seguir indagando, mi corta inteligencia no tenía
el alcance debido, la imaginación no daba para especular a tal grado, decidí
claudicar, me di por vencido, me rendí a la majestuosidad del milagro perenne
que significa la vida.
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