LAS BOCAS
Curiosa y
extravagante naturaleza cuyas rutas de evacuación de la basura, producto del
catabolismo orgánico, lugar donde repugnantes desechos de excremento y orina, se
juntan en ese pestilente drenaje, en el que el sexo y el amor sublime tienen su
asiento.
Precisamente
ahí, donde se enciende la pasión y el deseo de perpetuación de la especie, ahí
por donde el cuerpo expulsa y desagua los residuos. ¿Es acaso una paradoja de
la naturaleza?
Lo
repugnante y lo sublime se abrazan en estrecha comunión. ¿No es, al menos,
extraño? La boca es instrumento musical del cuerpo, por ella cantas, chiflas,
tarareas y ríes; al través de ella expresas con palabras, frases y discursos
tus pensamientos y memorias, con ella mamas, besas, bebes, masticas, tragas,
eructas, gimes y vomitas.
Por el ano
defecas, la válvula que abres para dejar escapar pestilentes gases y los restos
inservibles. No, no son venenos siempre tóxicos, son nitrogenados abonos para
fertilizar las siembras, nada se destruye, los materiales se transforman,
cambian de forma y de función. La orina tampoco es veneno, es líquido filtrado
que excretas por la uretra, residuos renales almacenados en la vejiga, para ser
expulsados por tu intimidad tan apreciada.
Ahí,
precisamente en esa zona genito urinaria, por sus olores, por sus feromonas,
por sus aromas, atrae y repugna simultáneamente, dependiendo de muchos otros
factores tanto físicos como psicológicos. Durante la juventud y en gran parte
de la vida adulta, la atracción hacia esos sitios, donde se confunde la
sensualidad con los drenes del organismo, es indómita.
Así vemos a
otros animales que en los ciclos reproductivos se ven atraídos intensamente por
los aromas exhalados por las partes genitales femeninas y la tendencia hacia
esos rincones del cuerpo se hace verdaderamente imponente. Ahí la belleza cosmética es sustituida por la
voluntad instintiva que sin pedir permiso nos llama.
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