viernes, 6 de marzo de 2015

PRESAGIOS

PRESAGIOS


Le daba miedo pensar, dejar la mente vagar por los túneles de la inconsciencia, temía perderse por aquellos insólitos laberintos donde el caos reina; cada vez que prendía una hoguera con los leños de su rica imaginación, aparecían escenas catastróficas, hecatombes espantosas o fenómenos infrahumanos que destilaban pánico.

Podía intempestivamente enfrentarse con tétricos espectáculos que le producían escalofríos, cuevas donde las sombras escondían sus carcajadas o sus llantos; también irrumpían monstruos de indescriptibles dimensiones y estrujantes formas, que le amenazaban con sus tentáculos nauseabundos.

Entonces recurría a la consciencia donde se refugiaba para salvarse de tan patéticas pesadillas, se incorporaba, enjuagaba su rostro, trataba de convencerse de la sencilla y simple realidad de las horas despiertas, donde intentaba mantenerse hasta que la fatiga lo vencía; después cabeceaba, dormitaba  y volvía a caer en aquellos abismos en los que las muecas avernales, le mostraban sus repugnantes colmillos y sus bípedas lenguas de fuego.

Lúgubres cavernas lo chupaban, espeluznantes reptiles lo hipnotizaban con penetrantes miradas, lo sacudían, lo enviaban a las zonas prohibidas en las que la demencia sentaba sus reales.

Pataleaba, cabeceaba, se retorcía como un reo arrastrado al suplicio, al cadalso donde sería sometido a los más abyectos tormentos.  Mientras más  resistencia oponía y con más vehemencia cerraba los ojos, con mayor nitidez llegaban las funestas premoniciones,  las más repulsivas profecías, las más tremendas corazonadas, las pérdidas más dolorosas, los presagios más horrendos.              

Empapado regresaba de aquellas negras alucinaciones, temblaba entre las sábanas y almohadas mojadas por  sus jugos, no queriendo recordar nada en absoluto de lo sentido en esas tortuosas noches.

Durante la vigilia esos acontecimientos, que rechazaba con ardoroso fervor, se iban sucediendo uno tras otro en el mismo orden en que los había presentido.

Quería conjurar aquellos presagios y solo lo conseguía, cuando era capaz de traerlos a su consciencia antes que en la realidad sucedieran, los atrapaba y los borraba del destino, solo así recobraba la cordura.

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