viernes, 6 de marzo de 2015

RESONANCIA UNIVERSAL



RESONANCIA  UNIVERSAL

Explicas todo, los efectos deben tener causas, los silogismos socráticos pululan en tu inteligente cerebro, lleno de coherencia, pero siempre se estrella con la roca impenetrable del misterio.

Todo tiene que embonar, que ajustarse a la razón pitagórica, a los principios euclidianos, deben cuadrar con las igualdades y con los teoremas demostrados científicamente, la claridad cartesiana necesita prevalecer; la intuición, las corazonadas, las premoniciones, las apariciones, las revelaciones quedan descartadas; charlatanerías y fruslerías carecen de valor, solo los cálculos newtonianos, únicamente las verdades “absolutas” de la relatividad y los quantos planckianos, cumplen con la seriedad que reclama la realidad.

El pasado lo interpretan  los historiadores, desde Herodoto y Homero hasta Toynbee y Meyer; todo debe satisfacer la curiosidad  del estudioso, debes aproximarte indagando, escombrando, investigando entre un inmenso torbellino de información, de hipótesis, de conjeturas.

El motor del comportamiento humano, ese instinto vital de conservación de la propia existencia y de la especie: el hambre y el deseo, los pilares de la actuación del hombre.  Nuestras formas y funcionamiento están ordenados por la codificación genética que hereda generación tras generación, nuestra especie homínida. Impulsos inconscientes instruidos por la mano invisible de los cromosomas, mágicos mensajes que te obligan, sin pedir consentimiento.

Tal vez esa explicación que busques, está más cerca de lo que crees, quizá ya la rebasaste y no te diste cuenta, porque es tan volátil como un momento repentino.

Hallas sin buscar, encuentras sin pedir, descubres sin investigar; solo observas, concentras atención donde sientes una prístina luz que ilumine el sendero, la revelación solo se abre a ti, cuando tu espíritu está en paz.

No induces, no ves a través a través de estructuras caleidoscópicas, no miras mediante esquemas preconcebidos, no observas por distorsionados y aberrantes preceptos.

Callas la mente, silencias el alma, serenas el espíritu, borras la pizarra de sujetos, predicados y garabatos. Tiras por la ventana la lógica, la dejas caer al río, que se la lleve la corriente, ahora te estorba, ya la traerá de regreso el viento de la tarde.

Sobran las explicaciones, son el ancla que te arraiga, que te impide eludir el juicio de los tribunales donde se dictan las sentencias razonables.

Deja en paz las pruebas, esconde los parcos conocimientos bajo la alfombra, no intentes entender, no trates de comprender, será inútil; cualquier interpretación será anodina. Acalla el interno parloteo insulso, desconecta por muchos instantes la memoria con sus ansiedades, así  la resonancia del universo hara eco en ti.

 




                  

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