EL FUTURO PERDIDO
Siempre
ha estado amenazado el mundo, pero nunca como ahora, hoy se hace evidente; el
fin se avizora como un hecho irreversible.
Nuestro
futuro no solo es incierto, los signos del derrumbe de la civilización dejaron
de ser presagios, el fin está a la vuelta de la esquina.
Los
años transcurren y las condiciones propicias para la vida se deterioran
aceleradamente; los recursos todos, se agotan; el petróleo se extingue gota a
gota, litro a litro, galón a galón, barril a barril, pozo a pozo, manto a
manto.
La
energía se acaba.
Lo
nuestro fue una intrépida aventura por el universo, nuestra presencia breve; no
logramos desprendernos a tiempo del lastre de nuestra barbarie, de nuestra
nefasta y criminal conducta, en un origen tan necesaria para la supervivencia
primitiva.
Acabamos
con nuestros competidores, exterminamos uno por uno nuestros recursos
naturales, contaminamos nuestros sustentos, derribamos nuestros bosques,
arrasamos nuestras selvas, destripamos a nuestros congéneres, nos acabamos el
paraíso.
El
futuro ya está aquí reclamando, desolado, sediento, hambriento, enfermo, herido
de gravedad, sin esperanza ni remedio.
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