¿TODO PARA
ESTO?
Vivió
ilusionado en su infancia, profundamente entusiasmado durante su larga
juventud, en éxtasis permanente cuando adulto, siempre persiguiendo triunfos,
correteando metas, deseando objetivos, anhelando fines.
Oraba
cuando niño para ver cumplidos sus deseos, se sangraba las espaldas con el peso
de mil obligaciones en aras de satisfacer sus ambiciones, quería llegar muy
lejos, su mira apuntaba hacia las alturas, no se contentaba con sus logros, sus
ansias de éxito eran insaciables.
Casi
había llegado a la cumbre, cuando descubría que había otra más alta, elevaba su
llanto al cielo y seguía rogando y con el mazo dando.
Peregrinaba
de sinagoga a mezquita, de Belén a Medina, de Jerusalén a la Meca, de San Juan
al Vaticano, de la ermita a la Basílica, de Chalma a Talpa; buscando el perdón,
expiando culpas, pagando mandas y promesas santas, ofreciendo flores, jurando
escarmientos, comprando penitencias ajenas.
Se
esmeró en destacar, superó marcas, rompió records, ahuyentó auras, caminó entre
estiércol, trepó magueyes, durmió sobre nopales, no escatimó sacrificio alguno.
Vomitó
en su tumba, bonito sepulcro, mausoleo de reyes, escarbó en lo más hondo de la
fosa, ahí encontró su descarnada calavera, que mirándolo le espetó:
¡Todo…….!
¿Para esto?
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