sábado, 22 de julio de 2017

MALA FAMA

MALA  FAMA

¿Qué había hecho, de qué le acusaban, de qué lo culpaban, por qué lo perseguían como a una fiera rabiosa?- Todos en el pueblo se lo preguntaban.
-¡Ya lo aprehendieron! Empezaba el rumor, pronto se apagaba, no era él, ¡falsa alarma!-
-¡Bueno!- relinchaban en las cantinas: si ya lo espiaban noche y día ¿Cómo se les fue?-
En los congales de la zona se comentaba entre las doncellas -¿Quién es él?  A la mejor lo conozco y sin saber me entregado a sus obscenidades- reía alegre la Magdalena-
-Que lo atrapen y me lo traigan- cantaba con burla la Celestina, la ramera más famosa de la zona.
-¿Dónde andará? – Se decían en secreto las meseras de los antros- Ofrecen recompensa a quien lo delate - rugían los taxistas.
- ¡Allá va!- señalaban los transeúntes y se encendían en balde las sirenas de patrullas y julias por las calles, derrapando en las esquinas, pero fracasaban en su intento de captura.
A una joven taibolera de no malos bigotes,  la obligaron a confesar mediante tortura, soltó la verdad, nunca fue su amante, ni siquiera lo conocía, a los siete días la dejaron salir del reclusorio.
-Algún día le daremos alcance- bramaba el Gobernador, el padre desde el púlpito rogaba a gritos a Dios, que lo perdonara, que tuviera compasión de aquella descarriada alma.
-¡Misericordia! – al unísono se escuchaban las voces de los coros de catedral, todas las ancianas rosario en mano repetían una y mil veces la letanía, se golpeaban el pecho con infinita devoción y lágrimas maternales de sus espantados ojos chorreaban.

Yo tumbado en esta fosa, acabando mi último temblor me pregunté: Pues -¿qué hice? Nunca lo sabré, soy solo ya un cadáver.       

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