viernes, 14 de octubre de 2016

MEFISTÓFELES

MEFISTÓFELES

El peso entero del mundo parecía caer en sus espaldas, se daba cuenta que después que sus pensamientos recorrían la bóveda celeste, se cristalizaban en hechos.
Así se atrevía a imaginar toda clase de locuras que se concretaban en desgracias, ridiculeces o epopeyas. Al paso de los siglos, de pronto el tiempo se detuvo abrupto y empezó su vertiginosa caída para regresar a pasos agigantados sobre sus huellas.
Los días retrocedían, el sábado se hizo viernes, luego saltó el tiempo a jueves, siguió el miércoles.
Hoy nuevamente es martes, el mismo de la semana pasada y así siguieron regresando las manecillas de cronos.
Bajó el telón de la historia, la verdad salió a la luz, todo fue cierto, lo que la duda sospechaba se aclaró, nos quedamos ¡perplejos! Los dioses nos miraban asombrados ante nuestra desnudez, estábamos ardiendo, pecando, impúdicos, erotizados, desvergonzados inquietos, excitados.
Con el desconcierto  ante el rubor de las deidades, nos tapamos con lo que pudimos, con hojas, con las manos, con ramas cubrimos nuestras culpas, así  encogidos, agachados, perfilados vomitamos.
Los dioses huyeron escandalizados, se fueron en tropel, siguiendo los séquitos de ángeles y arcángeles que en estampida remontaban el firmamento sonrojados.
Nos quedamos solos y desconsolados cuando el tiempo dejó de regresar y se detuvo, ahí permaneció inmóvil por un instante eterno; fue entonces cuando nos volteamos a ver ¡estábamos tan indefensos! Nos dimos cuenta que un ángel renegado había quedado entre nosotros, un desertor de la corte celestial nos observaba extasiado, Mefistófeles, el ángel malo, el demonio en persona.  No nos quitaba el ojo de encima, no estábamos solos, él no nos había abandonado.
Nunca se habían cansado de hablar mal de él, le habían embarrado toda clase de injurias, lo habían denostado hasta el cansancio, era el enemigo perverso, la infamia personificada según los cánones religiosos, habían hecho recorrer por el mundo pésima reputación y mala fama de aquel ángel rebelde, toda clase de defectos le habían colgado, se había salido del guacal como nosotros, que fuimos expulsados del paraíso por sensuales.
Por eso se ocultó, callado, discreto, lo buscaban para aniquilarlo, pero subsiste en las sombras, en la clandestinidad, es nuestro único y verdadero aliado. 
El tiempo volvió a avanzar, los días se sucedieron adelante, los dioses ya no regresaron, así estamos más a gusto sin ellos, Mefistófeles nos entiende, es un pecador, un vividor sin esperanza de salvación, como nosotros, un condenado.       

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