LOS ELEGIDOS
Me
consideran un gentil, una especie de hereje, un humano de tercera, ya que
afortunadamente no nací entre ese pueblo, su dios cuyo nombre no se pronunciar,
que me ignora por no decir que me desprecia, porque mi sangre no viene ni de
Abraham ni de Isaac ni de Jacob y menos de su hijo Judá.
Su dios,
dicen que les ordena odio a los goim, hacia quienes no aceptamos someternos a
sus leyes y no creemos en sus mitos. Únicamente ellos fueron elegidos para
salvarse de la condena eterna a la que estamos destinados los demás.
El creador
de las estrellas, el emperador del cielo, el señor del universo, seleccionó a
esta familia para comunicarle su decisión, son los protagonistas estelares, los
personajes centrales de esta extraña aventura que nos sorprendió a todos sin
nuestra anuencia.
Solo a esta
estirpe se dirigió este dios por razones desconocidas impropias de un ser
supremo y perfecto; el resto somos actores de relleno, especie de monigotes de
ínfima categoría para siquiera aspirar a aparecer en la cartelera.
No estamos
en la preocupación de dios, somos inferiores, nos colamos para complacer a los
profetas y validar las “sagradas” escrituras.
Únicamente los judíos nacen con derecho y destino divinos, ellos son el
foco de atención del ser eterno y omnipotente, ese Yahvé que a toda hora los
vigila, protege, azuza, engrandece,
castiga y fortifica.
Dios no
existe para los negros, ni para los chinos, ni para los indígenas, ni para los
boreales; quizá seamos descendientes de Darwin, de Spencer o de Laplace; tal
vez tengamos un lugar en los sótanos de la gloria, donde podríamos ser
dispensados del infierno, a donde van a condenarse los enemigos de Israel.
Pero Yahvé
es justo y bueno, también sediento de sangre, venganza, sacrificios e idolatría.
¿Qué poder tan inmenso han acumulado los hebreos en la historia, qué
exclusividad los bendice? ¡La misma que
a otros maldice!
Allá van a
tratar de arrimarse los cristianos, seguidores al fin de tan ignominiosa y
milenaria tradición, para también llegar arrebatando reflectores los musulmanes
con su flamante Alá.
El mundo
entero sacudiéndose desconcertado por esta absurda guerra de la sinrazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario