LOS NIÑOS
Es común y general que la sociedad en su cotidiano hablar equiparen a los
retardados mentales con la infancia; por ejemplo dicen: ya creciste, deja de
comportarte como niño o bien: pareces niño haciendo y diciendo tanta tontería.
El niño sano está muy lejos de ser un deficiente mental; al contrario, los
niños son geniales, con la inteligencia despertando aceleradamente – aunque no están plenamente desarrollados y
son naturalmente inmaduros - presentan una lucidez y una vivacidad fantástica,
su frescura y pureza de juicio están por encima de la mente del adulto,
contaminada con prejuicios y distorsionada por traumas y dogmas.
La mente infantil es pura y está cargada con un potencial enorme, dispuesto
a trabajar si las condiciones externas lo permiten, no hay virus que haya
infectado su memoria, las conexiones cerebrales son nuevas, sus
neurotransmisores, los conductos, válvulas, órganos, glándulas y articulaciones
funcionan óptimamente.
Poco a poco se les va deformando, inhibiendo, reprimiendo, torciendo,
inclinando, obstaculizando, hasta hacerlos igualmente necios y cerrados como
los adultos.
Es por eso tan necesario amarlos, respetarlos, estudiarlos, cuidarlos y
aprehender de ellos con la delicadeza que merecen, su creatividad late con
potencia extraordinaria que si logra canalizarla, contribuirá seguramente a
construir un mejor mundo en el futuro.
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