lunes, 25 de enero de 2016

EL PLANETA NINFTH

EL PLANETA NINFTH

Mientras atravesábamos el Anillo de Oort rezaba y me encomendaba a Dios para llegar sanos y salvos a nuestro destino, nuestra nave intergaláctica viajaba a 12.780 años luz por hora, pronto arribaríamos a Ninfth, el planeta donde se celebraría el congreso de mil mundos, convocado por la Confraternidad de las Divinidades Cósmicas Eternas.
Yo solo soy el vocero representante de nuestra Vía Láctea, hemos permanecido comunicados con la Gerencia de Ninfth, planeta que visité en su pasada interglaciación que, a decir verdad, me dejó un raro sabor de boca.
Los valores de esa civilización siguen siendo para mí extraños, tal vez para ustedes también, ya que algunos principios no solo son diferentes sino rígidamente opuestos; por ejemplo, allá la mentira es cualidad muy valorada y respetada por los ninfthenses, la pasan fabricando historias inverosímiles emanadas de su fértil imaginación, sus fábulas no tienen límite, constantemente crean fantasías que se concretan mágicamente en el acto, para luego desvanecerse al cabo de un tiempo, dependiendo de la fuerza del autor.
Una de las características que más me ha llamado la atención y además ha dejado atónitos a todos los tripulantes de nuestra nave, es que cada ninfthense tiene un dios particular, cada quien crea su propia deidad a imagen y semejanza de su personal capricho, lo más enigmático es que el dios se concretiza, materializándose con los atributos que el creyente le adjudica, quedando formado de acuerdo al diseño de cada profeta.
Así los individuos crean su dios personal de acuerdo a su preferencia y conveniencia, todos les otorgan el máximo poder según fuerza de que se disponga, en consecuencia existen dioses de todo tipo y tan numerosos como habitantes tiene Ninfth; hay enormes dioses con orejas gigantes, otros ciegos, miopes, sordos; otros son pequeños y lampiños, algunos toman forma de animal, con grandes colmillos y largas colas; otras son diosas seductoras capaces de cautivar al más renuente de los escépticos, las hay también diosas como brujas montadas en escobas que cruzan el estrellado firmamento, manchado con las humaredas de los volcanes que aún rugen.

Siempre les ha parecido estrafalario que nosotros tengamos un solo dios, para ellos es inconcebible. ¿Un dios general? No nos cabe en la cabeza, afirman y cuando se les explicó que nuestro dios es de todo el universo incluyendo su planeta, se echaron a reír, desde entonces no han parado.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario