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LOS MEDIOCRES
Es
casi imposible encontrar hombres congruentes en este complejo mundo en que
vivimos, aunque los hay; son personas excepcionales, íntegras, verticales,
sólidas, de una sola pieza, admirables.
La
congruencia es vivir de acuerdo como se piensa, es practicar lo que se pregona,
es no presentar contradicciones entre la práctica y la teoría, es actuar el
propio discurso.
Hay
quienes hablan de rectitud, honestidad, honorabilidad y honradez; lo hacen de
dientes para afuera, no lo demuestran con su ejemplo; la pasan criticando
furiosamente las desviaciones, las traiciones y las corruptelas de los demás;
juzgan implacablemente los abusos de los políticos en el poder, no perdonan a
quien se ha salido de la ley; pero ellos mismos se dispensan y justifican,
cuando han violado los preceptos que en teoría, defienden.
--“No me quedaba otra”- argumentan – “tengo obligaciones que
atender, una familia que mantener, deberes que cubrir; por eso vendí mi voto,
acepté el soborno, negocié la comisión del contrato, serví al gobernador, me
acerqué al secretario, busqué al diputado, saludé al presidente, subasté
plazas, acudí al convivio donde se reunía la clase política o fui cómplice en
malversación de fondos públicos; de todas formas se iba a hacer, si no yo, cualquier otro lo
hubiera hecho” – se excusan –
--Las
circunstancias me obligan – así dice el sicario -- es mi trabajo – dice el
asesino a sueldo – para eso me pagan – pretexta el Ingeniero Químico que
controla la calidad del Napalm con que incendian las espaldas de los niños del
Viet Kong y envenenan los suelos de los pueblos que pretenden liberarse del
imperio.
--Soy
empleado, tengo que cumplir con mi deber, vender mis servicios a las empresas
petroleras extranjeras que están llegando a explorar y perforar en busca de los
yacimientos minerales y energéticos que esconde la Huasteca y Wirikuta, debo
hacerlos mis clientes, a eso me dedico; sé que con el fraking se contaminarán
los mantos friáticos de la región, que las tierras serán devastadas; pero no
tengo opción, así es la vida, no tengo alternativa —arguyen –
Quien
obedece, no se equivoca, su conciencia está tranquila, adormecida por el
sagrado cumplimiento del deber, ante la fatalidad no hay nada que hacer,
---quien paga manda, todos tenemos precio – se justifican -
La
gran mayoría de los hombres son mediocres, débiles, frágiles, endebles,
mequetrefes, desconfiables, susceptibles de traicionar cuando las condiciones
obligan, carecen de agallas, de valor, son timoratos a la hora de definir,
titubean en las decisiones.
Pero
existen hombres enteros, completos, la historia nos muestra algunos ejemplos de
heroicas congruencias y en ellos está la esperanza del mundo, los otros no
pasan de ser menos que mediocres.
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