martes, 11 de agosto de 2015

LA EDUCACIÓN



EDUCACIÓN

La educación tiene diversas caras, dependiendo del punto de vista: Para el sistema  (producto de las fuerzas económico- políticas en marcha)  es la manera de diseñar a los hombres que el futuro necesita para continuar medrando, para acentuar las condiciones que han favorecido al poder, mismo que requiere: personas dóciles, manipulables, domadas, domesticadas y resignadas; en otras palabras: obedientes y robotizadas.

Para los alumnos, tanto niños como adolescentes la escuela es un castigo, basta observar sus caras de enfado sobre los pupitres de los salones de clase y  su resistencia y repudio a las instituciones al acabar las vacaciones, para los maestros no es mejor; la escuela es una especie de prisión a la que se ven recluidos la mayor parte de su tiempo, ahí son sometidos a tediosas imposiciones, a ser reprimidos en sus más claras espontaneidades, ahí se encargan de inhibir su creatividad, ahí se destruye su ingenio.

 Se les domestica para servir al sistema político económico que habrá de absorberlos y exprimirlos cuando cumplan los requisitos exigidos en su reclutamiento y selección. Sin escatimar crueldad, la reforma propone escuelas de “tiempo completo” es decir, más horas de represión, dentro de los recintos escolares,  más tiempo a su condena.

Los maestros están en una encrucijada, algunos hay a favor del tradicional sistema represor que premia y castiga al alumno, dependiendo de su docilidad; los hay también con ideas pedagógicas avanzadas que permiten que la propia y natural curiosidad del alumno se despliegue, que fomentan con inteligentes técnicas, que el pupilo encuentre su propia preferencia en las materias de su genuino interés. Pero aquí se da la disidencia magisterial, el gobierno quiere engranes para la maquinaria productiva  y no sujetos críticos y pensantes, por ello la insidiosa reforma.  

Es absurdo pretender homogeneizar al alumnado, querer estandarizarlo, ya que cada individuo es único y sus capacidades son singulares.  La reforma que necesita la educación tiene que ser hecha con la participación activa del alumno como vector central, nunca diseñada desde el escritorio político de la burocracia inepta por antonomasia, se debe descartar la memorización mecánica y ser substituida por la reflexión y curiosidad natural del niño, hacer de la estancia en las aulas una experiencia divertida e interesante para cada pupilo, el maestro un guía que oriente a que el alumno, por sí mismo, encuentre respuestas a sus propias interrogantes.

La reforma tiene que descartar la competencia entre los niños y ser sustituida por la cooperación entre ellos, buscar que cada alumno descubra sus potencialidades y facilitar que las desarrolle.

Pero el subsistema operado por títeres que fueron a su vez educados represivamente, es incapaz de abrirse a nuevas y frescas opciones, los políticos encargados de la educación son marionetas sumisas manejadas por los hilos del poder, que necesita para perpetuarse, máquinas humanas que trabajen y consuman en resignado silencio.              

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