miércoles, 21 de enero de 2015

Fracaso de una Civilización



FRACASO  DE  UNA  CIVILIZACIÓN

A pesar de los enormes avances científicos y tecnológicos que ha experimentado la humanidad, aunque se hayan roto las barreras atómicas y se haya explorado el espacio sideral, aún cuando grandes genios hayan alumbrado con su lucidez la filosofía, la literatura, la música y las demás artes, somos una civilización fracasada.

Las guerras y el crimen no tan solo no han menguado, sino que la historia nos revela que van en aumento.  Tanto el individuo como la sociedad continúan cayendo en los mismos errores de antaño, solo que ahora – en el contexto de la modernidad – la ambición desmedida de los poderosos se hace letal, la corrupción y la impunidad van de la mano, campean por todos los rincones, la justicia ha sido despreciada y olvidada en un rincón, la barbarie en el centro y en todos los puntos cardinales,  nos quedamos estancados en el salvajismo del chimpancé.

El sufrimiento de los pueblos, bajo el yugo del poder, ha sido tolerado a todo lo largo de nuestra extraña historia, la injusticia sobre los más débiles, es el pan de cada día; el abuso de las élites ensoberbecidas, repercute en las bases populares de toda el orbe, nuestra civilización sigue fracasando.

Dos patéticas guerras mundiales azotaron el siglo pasado, un sin número de conflictos bélicos no han dejado de eslabonarse durante milenios, tal parece que la humanidad y la violencia, son un binomio inseparable. Parece natural en nosotros el afán de ganar, de triunfar, de someter, de obtener ventaja sobre los demás, de competir para lograr éxito y supremacía; en este contexto nos desenvolvemos; pisoteando, abusando, destruyendo.           

Admiramos a los ganadores, a los encumbrados, a los que han llegado a la cima, sea como sea, están en la cumbre y los miramos extasiados. Despreciamos a los perdedores, son las mayorías anónimas que no merecen atención, tan mediocres como nosotros mismos. Nuestra naturaleza es cruel.

Mueren los cabecillas, los hombres malvados, los criminales, los abusivos, los corruptos, los ladrones, los líderes infames; pero les sustituyen otros iguales o peores. Mueren los perros, pero la rabia no se acaba, la corrupción, la impunidad y la injusticia siguen indelebles. Hay algo profundamente malo en nuestro sistema e convivencia, una esencia nefasta, una ambición enfermiza que empuja al irreversible e inminente fracaso de nuestra civilización.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario