jueves, 3 de febrero de 2022

ASPERGER

 

ASPERGER

No, No lograba concentrarse, congelaba los pensamientos, se quedaba atrás del fluir del tiempo, había contado sus latidos desde el primero, rondaban en varias decenas de cientos de miles de millones de veces.

No se daba cuenta cuando perdía la atención, no registraba el momento en el que se desviaba y se sumergía en imágenes interiores a las que solo él tenía acceso.

Ahí se extasiaba entre figuras simbólicas que flotaban en atmósferas amistosas, de pronto despertaba de aquel ensueño, regresaba a la conferencia de la que era un escucha.

¿Cuál será el tema? Se preguntaba, ¿a quién se refieren los comentarios? ¿De qué hablan?

A mí ni me concierne ni me interesa, se retraía, así que regresaba a su ensueño, entonces los dibujos,  figuras,  mapas,  bultos,  emblemas,  castillos,  bosques,  cañadas,  selvas,  mares y cielos empezaban a desfilar en su cerebro.

Se detenía en sus recuerdos, tropezaba con su historia, sus edades tempranas insistían en hacerse presentes, allá se embebía en las noches y en partes del día, se embriagaba con sus memorias, se deleitaba de nostalgias.

Debía recuperar el control de su mente, tal vez no estaba perdido del todo, pero su capacidad de concentración paulatinamente mermaba; dónde pedir ayuda (?) A quién acudir (?) Dónde un consejo (?) Quién lo entendería (¿)

Sí, escuchaba ruidos emanados de las bocas que parloteaban incesantes, pero los sonidos pronunciados escapaban aleteando entre las butacas. No lograba descifrar su significado. ¿Qué querría decir aquel conjunto de oraciones inconexas, frases discordantes con su atonía?

Tampoco podía traducir las imágenes de su pensamiento en palabras, en discursos ya que en su interior tenían intermitencia en aparecer y desaparecer de manera repentina y sin dejar rastro.

Temía que el paso de los años le había provocado un deterioro irreversible en la capacidad cognoscitiva de su cerebro, algo pasaba en sus redes neuronales, quizá algunas sinapsis estuvieran bloqueadas o ciertos axones destemplados, no fluían las ideas como antes, se estancaban o se fugaban sin su consentimiento.

Cada nombre debía corresponder a una imagen, cada verbo a una acción en el tiempo, cada adjetivo a un detalle, cada adverbio a un sentimiento, cada preposición a una aclaración y cada interjección a un gesto.

Las palabras aisladas pierden el sentido, no podía captar el significado sin conocer el contexto, debían obedecer una sintaxis coherente y fluida, no estancarse, no petrificarse; las palabras tenían que discurrir franca y fácilmente de sus labios y reflejar con precisión lo que imaginaba.

Pero su mente era un torbellino de imágenes inconexas, ajenas a toda armonía, qué iría a expresar sino absurdos.

Se quedaba dormido o como ido en todas partes, tenía la atención muy ineficiente, ocurría lo mismo con la lectura, podía estar horas leyendo un párrafo que nada le decía, aunque se detuviera en cada una de las palabras, éstas se quedaban atoradas en el olvido y no encajaban en el texto.

Imágenes y palabras debían corresponderse; las abstracciones también jugaban su papel pasando por el filtro de la interpretación cayendo en ambigüedad.

Asperger al fin supo su utilidad, retraerse de un mundo repleto de contradicciones, caótico, incoherente y colapsando, la misma enfermedad, era su escudo, su defensa contra la hostilidad del mundo.

 

    

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