ASPERGER
No, No
lograba concentrarse, congelaba los pensamientos, se quedaba atrás del fluir
del tiempo, había contado sus latidos desde el primero, rondaban en varias
decenas de cientos de miles de millones de veces.
No se daba
cuenta cuando perdía la atención, no registraba el momento en el que se
desviaba y se sumergía en imágenes interiores a las que solo él tenía acceso.
Ahí se
extasiaba entre figuras simbólicas que flotaban en atmósferas amistosas, de
pronto despertaba de aquel ensueño, regresaba a la conferencia de la que era un
escucha.
¿Cuál será
el tema? Se preguntaba, ¿a quién se refieren los comentarios? ¿De qué hablan?
A mí ni me
concierne ni me interesa, se retraía, así que regresaba a su ensueño, entonces
los dibujos, figuras, mapas,
bultos, emblemas, castillos,
bosques, cañadas, selvas,
mares y cielos empezaban a desfilar en su cerebro.
Se detenía
en sus recuerdos, tropezaba con su historia, sus edades tempranas insistían en
hacerse presentes, allá se embebía en las noches y en partes del día, se
embriagaba con sus memorias, se deleitaba de nostalgias.
Debía
recuperar el control de su mente, tal vez no estaba perdido del todo, pero su
capacidad de concentración paulatinamente mermaba; dónde pedir ayuda (?) A
quién acudir (?) Dónde un consejo (?) Quién lo entendería (¿)
Sí,
escuchaba ruidos emanados de las bocas que parloteaban incesantes, pero los
sonidos pronunciados escapaban aleteando entre las butacas. No lograba
descifrar su significado. ¿Qué querría decir aquel conjunto de oraciones
inconexas, frases discordantes con su atonía?
Tampoco
podía traducir las imágenes de su pensamiento en palabras, en discursos ya que
en su interior tenían intermitencia en aparecer y desaparecer de manera
repentina y sin dejar rastro.
Temía que el
paso de los años le había provocado un deterioro irreversible en la capacidad
cognoscitiva de su cerebro, algo pasaba en sus redes neuronales, quizá algunas
sinapsis estuvieran bloqueadas o ciertos axones destemplados, no fluían las
ideas como antes, se estancaban o se fugaban sin su consentimiento.
Cada nombre
debía corresponder a una imagen, cada verbo a una acción en el tiempo, cada
adjetivo a un detalle, cada adverbio a un sentimiento, cada preposición a una
aclaración y cada interjección a un gesto.
Las palabras
aisladas pierden el sentido, no podía captar el significado sin conocer el
contexto, debían obedecer una sintaxis coherente y fluida, no estancarse, no petrificarse;
las palabras tenían que discurrir franca y fácilmente de sus labios y reflejar
con precisión lo que imaginaba.
Pero su
mente era un torbellino de imágenes inconexas, ajenas a toda armonía, qué iría
a expresar sino absurdos.
Se quedaba
dormido o como ido en todas partes, tenía la atención muy ineficiente, ocurría
lo mismo con la lectura, podía estar horas leyendo un párrafo que nada le decía,
aunque se detuviera en cada una de las palabras, éstas se quedaban atoradas en
el olvido y no encajaban en el texto.
Imágenes y
palabras debían corresponderse; las abstracciones también jugaban su papel
pasando por el filtro de la interpretación cayendo en ambigüedad.
Asperger al
fin supo su utilidad, retraerse de un mundo repleto de contradicciones,
caótico, incoherente y colapsando, la misma enfermedad, era su escudo, su
defensa contra la hostilidad del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario