LA PRISA
El tiempo
trae prisa como etiqueta, siempre escasea, la civilización corre contra él, que se aproxima cada vez más rápido, más
veloz; todo tiende a cortar distancias, a disminuir el tiempo.
Intentamos
hacer menos tiempo entre ciudades, entre continentes, entre pueblos, entre
extremos distantes, quisiéramos estar al mismo tiempo en ambas o en todas
partes como si fuésemos cuánticos.
Siempre de prisa,
apurados, entre comidas prontas, para llegar puntuales, aprovechando a cronos,
que es dinero. Andar a las carreras, hábito de los eficientes, la velocidad nos
consume, la aceleración nos mata, nos persigue, nos corretea, no nos deja
tranquilos.
Con reloj en
mano llega la hora de entrar o de salir; toca la sirena, señal de cambio de
turno, el timbre suena hay que empezar, se agota el tiempo, la prisa toca la
puerta con insistencia, el corazón late frenético, la bilis empieza a
derramarse, la adrenalina desparramarse y el cortisol a expandirse; ansia y
desesperación espoleadas por la prisa se dan la mano, la vida moderna nos
sonríe con una mueca de escepticismo.
Tenemos
prisa, prisa de vivir, prisa de llegar, prisa de todo, prisa de morir.
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