EL AEROPUERTO
Vienen creciendo
peligrosamente, la amenaza avanza, se expande por todos los rincones del
planeta, arrasan a su paso con todo, son como marabuntas.
Se acaban
las cosas, no dejan nada en pie más que basureros, su manía es consumir y
reproducirse sin medida, son como plaga infecciosa que cunde.
Se
desarrollan por todas partes, no escapa de su invasión ninguna tierra;
contaminan los océanos, prostituyen las aguas, talan los bosques, quebrantan el
delicado equilibrio maternal de la naturaleza.
Nunca se
sacian, no paran de construir sus aberrantes instalaciones ni de destruir:
grutas, arrecifes, playas, cauces, lagos
y selvas; en todo andan metidos, hasta la última gota de riqueza han
exprimir, es la vocación del crecimiento desbocado.
Brotan aquí,
allá, acullá y más allá; son manchas urbanas desmesuradas como tumores
geográficos, ronchas que se concentran más a cada momento en una absurda red de
perdición, núcleos de población tan exagerados y formidables, que ahí dentro no
se puede dar ni un paso.
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