Exprimiendo
la vida hasta la última gota, aprovechando el tiempo que resta con toda
intensidad, sin dejar un solo recoveco sin explorar, robándole los días al
futuro, disfrutando los sueños de la madrugada, retorciendo los instantes
dormidos, así paso mi placentera momentánea existencia.
Moliendo
los segundos, licuándolos y bebiéndolos hasta embriagarme de tanto vivir, que
las cosas idas se queden allá lejos, nosotros avanzamos por la senda prohibida,
nos vamos por el sendero incorrecto, dudando, vociferando, blasfemando y
agradeciendo.
Me gusta
devorar los meses, mordisquear las semanas, arrastrar los años en mi joroba,
esconder las memorias entre los pliegues, ocultar las lágrimas en los dobleces
y las risas tras las arrugas.
Camino
por las noches entre las estrellas, cuidando de no pisar los planetas ni
salpicar los océanos con el sudor de mis dudas; al avanzar, me estorban las nebulosas esparcidas por Zeus
en el firmamento.
En medio
de los dioses me regocijo, me meto entre sus patas, los oigo discutir, cantar y
bailar con crepuscular escándalo en el Olimpo, luego se ocultan tras los montes
para ayuntarse con las princesas.
El padre
Cronos da cuerda a su reloj escondido, atrasa y adelanta el horario sin
consultar a la distancia, los espacios se elongan y se encojen al ritmo de sus
dedos, ahora es mañana, después vendrá el ayer, son los caprichos de las
deidades que no obedecen leyes ni reglas, pero que imponen las condiciones en
que habría de desarrollarse el mundo de los mortales.
Ha caído
toda la arena, el sol se ha ido de fiesta con la luna, la miel escurre bajo sus
piernas, sus mágicos susurros se dejan escuchar hasta la madriguera donde me escondo de su mirada, quisiera que
me inviten a sus misteriosos aquelarres, donde aparecen disfrazados en su
carnaval celeste.
Ya estoy
solo de nuevo, como suele estar el diablo, aislado en su negra y silenciosa
cueva, donde ni su respiración se escucha; baja y dile que lo quiero un poco,
por todo lo que le han quitado los siglos y le han oprimido las iglesias.
Ahí lo
tienes aplanando el tiempo, esperando con paciencia infinita la llegada de los
valientes.
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