RETROSPECTIVA
Empecé contándome
chistes, haciéndome bromas, luego me mentía con historias fantásticas, me burlaba
de mí mismo, llegué hasta abofetearme frente al espejo.
Me solazaba platicándome
aventuras fabulosas que daba por ciertas, me abandonaba en encrucijadas
difíciles de discernir, otras veces me interrogaba durante largas horas, en
ocasiones despertaba a media noche para desentrañar mis sueños y así
transcurrían horas escuchando con atención mis relatos oníricos, en los que yo
era el único.
No puedo
negar que llegué a reprocharme tantas cosas absurdas que condenaba a los
infiernos, insultar mis instintos se hizo en un tiempo mi costumbre, tacharme
con insultos, el pan de cada día y en una etapa de mi vida, volqué contra mí el
diccionario de ofensas que durante meses había acumulado en mi repertorio, para
vaciarlo en una de las etapas más atribuladas de mi tempestuosa vida, en el
paso de mi ser por el universo.
Me cansé de
todo ello, me permití una tregua, la que intento renovar estos días, un recreo
donde pueda reposar mi sistema nervioso, eso que ahora ustedes llaman alma o
espíritu, ahí donde pueda retozar sin que la consciencia nada me reclame, sin
que nadie me apunte con dedo acusador; porque en última instancia, mis juicios
no son otra cosa que el reflejo de los tribunales que desde fuera, me hostigan
y persiguen.
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