SÍNTOMAS
Buscaba el
síntoma, - ¿dónde lo encuentro?..- Se preguntaba- cómo lo logro – se decía –
No, no me
importa qué sea lo que lo provoque ni qué cosa sea lo que lo cause. ¡Quiero el síntoma!
¿Cuál? - le
pregunté – a lo que me respondió de inmediato: - ¡la felicidad! Es todo lo que
busco, no puedo tenerla ni disfrutarla, se me niega, me rehúye, me evade, se me
escabulle.
El síntoma
es el resultado, es lo real, lo valioso; - no quiero un efímero síntoma que sea
solo un relámpago, quiero la felicidad definitiva, la permanente-.
Sentir
tranquilidad en la mente, serenidad en el alma, armonía en el espíritu, para mí
que soy el señor dueño de ellas y de este cuerpo; quiero reposar aquí dentro de
esta piel, entre estas carnes, por estas venas, en estos órganos, bajo estos
sistemas envuelto, con la sensación de sentirme satisfecho de existir en
concordia con el universo y en armonía con el flujo de la vida.
-
¿Cómo
puedo lograrlo Doctor? – me preguntaba- no quiero esperar hasta que llegue la muerte
para sentir la paz que exijo. He probado
con toda clase de drogas: estupefacientes, analgésicos, narcóticos, vinos y
pócimas mágicas, pero sus efectos no me han convencido, siempre me dejan
sediento de felicidad, en cambio he sufrido sus nefastas consecuencias
colaterales.
-
Tengo
hambre de felicidad, de placer, de sanar para siempre mi alma enferma. Doctor, dígame ¿cómo le hago? Por favor…
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