lunes, 2 de abril de 2018

DÉFICIT DE ATENCIÓN



DÉFICIT DE ATENCIÓN

Deambulaba sin rumbo en aquellos valles desérticos cuando llegué al pueblo ya tarde, poco a poco me percaté del fenómeno, nadie me escucha con atención; sí, oyen mis palabras, pero como si les entraran por un lado y le salieran por el otro; no les interesa en lo más mínimo lo que diga el otro; me adentré un poco más en el síndrome, cuando me di cuenta que entre ellos tampoco se escuchan, cada quien habla pero nadie atiende.
En el pueblo todos los aldeanos argumentan sus respectivas observaciones e interpretaciones al aire, aunque vayan directamente dirigidas a un interlocutor, que aparece como ido en su propio lenguaje al mismo tiempo parlando. ¿Se habrán vuelto sordos?- me pregunté.
Nadie conversa, cada uno desde su versión personal habla a nadie, pues parece que a nadie le importa lo que otros digan, lo único que vale es lo que cada quien piense, sienta o hable.
Es el centralismo pre coperniquiano que impide la evolución natural y sana, al tomar conciencia que no somos el centro, sino una parte más.
 Nadie está dispuesto a escuchar, todos interrumpen la comunicación que debiera fluir armónicamente y captada con interés por oídos atentos; pero algo pasa con la atención, se desenfoca ipso facto, pierde la referencia, se vuelve a concentrar, se desconecta del mensaje exterior y reconecta con su propia historia personal.
La comunicación rota y por tanto roto tanto el mensaje verbal como corporal.
El déficit de atención cunde por todos los rincones del pueblo, las preguntas se evaden, las respuestas se quedan en suspenso, los comentarios se pierden entre las piedras, los consejos se extravían en lo ignoto, las ideas se tronchan antes de acabar de formularse; los puntos de vista se desbaratan al no haber donde ventilarse, las consideraciones personales se devalúan al empezar a pronunciarse, pues se sabe que caen en terreno estéril.  Aquí ¡Todos saben todo!
Las voces solo van de dentro hacia afuera sin que haya alguien que las capte, a nadie le interesa lo que piensen o digan los demás, lo único que en verdad importa es lo propio, lo que cada quien piense o diga.
Un autismo funcional para el paciente del Déficit de Atención.
Busqué por todo el pueblo alguien que me escuchara con atención; solo la ponían cuando ofrecía comprarles, pagarles o darles algo; cualquier otro tema carecía en absoluto de interés.
Aquí nadie platica sus cuitas, es en balde; nadie relata sus aventuras, es inútil, nadie narra ni cuentos ni historias y si lo hacen no hay quien escuche, pues cada quien pregona su propia leyenda.
Yo mismo me contagié y ahora mejor ya no escucho lo que me dicen, solo los oigo, para pagarles con la misma moneda.
 

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