viernes, 6 de marzo de 2015

EL ALMA



El  ALMA

Sin máscara, sin antifaz, sin abrigo, sin uniforme, sin escudo; brotaba de mí la inspiración del espíritu pleno de energía creativa; el alma fresca, límpida y cristalina.

Sin tapujos hablaba, reía con las flores, las plantas y los árboles; el viento acariciaba la piel y alborotaba el pelo, la vida sonreía, los rayos del sol bañaban los brazos, las piernas rodaban como aspas de molino por la pradera, el canto de las aves en el fondo sustentaba esas templadas tardes.

Los recuerdos desfilaban deliciosamente por la memoria, evocando viejos tiempos que se fueron en desbandada por los senderos del pasado. Estaba abierto a todo, había depositado la confianza en el azar, aposté todo a la felicidad, las puertas de par en par dejaban entrar el soplo de los aires que rosaban dulcemente el alma plena de inmensa dicha.

Así me desenvolvía, sin precauciones ni reticencias ni temores ni desconfianzas; el mundo transcurría armónico, triunfante; lo saludaba agradecido; ignoraba la otra cara de la moneda, el otro perfil de la realidad que aún no descubría su rostro infernal.

Vulnerable, desprotegido e hipersensible corría por las rutas que las circunstancias desplegaban a mi paso.

Pero los fantasmas acechaban detrás de cada muro, de cada columna, de cada torre, de cada almena, de cada esquina; ahí se apostaban para dar el zarpazo aprovechando mi descuido. Así fue como me asestaron los primeros golpes, así me volví arisco.

Desilusionado tuve que encoger mi alma, resguardarla de los ataques de aquellos monstruos que trataban de someterla a sus caprichos, a sus nefastas leyes; retraje mi espíritu, no podía dejarlo a la deriva de las tormentas desencadenadas en aquellos aciagos momentos.

Me vi obligado a ocultarla en el fondo de la trinchera, misma  que tuve que cavar a fin de protegerme de los embates del enemigo no declarado, ese enemigo iracundo que lanzaba mortales tajadas que rasgaban peligrosamente mi  alma inerme.     

Represores que abusaban de la confianza, resultado de la extrema candidez, de esa seguridad inocente, que brinda la falta de experiencia y la fe ciega en la vida.
Cierren zaguanes y ventanas, suban los puentes, carguen los arcabuces, asomen los cañones, afilen las espadas, ensillen los caballos,  enciendan las mechas y escondan el tesoro en lo más recóndito de  los sótanos. Refuercen las defensas, no expongan al fuego del enemigo el más sacramentado y endeble de los dones recibido.

El alma amenazada tendrá que permanecer así enjaulada, casi encarcelada en una cripta, sellada con siete candados para cubrirla de los males que sobre ella se ciernen.

Déjenla que duerma, que se hunda en estado catatónico, en medio de sus sueños de libertad y grandeza; es muy sensible y delicada. Ha quedado un poco herida, maltrecha, asustada y pasmada; ahora solo emerge en la noche solitaria o en algunas apaciguadas tardes, cuando el sol anuncia su ocaso tras las montañas, ahí se asoma a través de una hendidura y se deja ver,  para que los guardias del castillo no la olviden.         

ZANCADILLAS MENTALES



ZANCADILLAS  MENTALES

¿Por qué se ahuyenta ese recuerdo cuando precisamente lo evoco? ¿Dónde se oculta? Lo llamo una y otra vez y entonces aún más se aleja.
Brinca después, para sumergirse en un pantano, sin dejar siquiera una burbuja como huella, escapa del puño de mi mente, para soslayarse tras la bruma impenetrable del olvido, ni un rastro siquiera deja.
Inútil intentar su rescate, huye como una liebre en el desierto, desparece como un colibrí en la floresta.
Me traiciona la memoria, borra de la pizarra aquel trazo, aquel dato, aquel nombre, aquel enlace; es otra zancadilla inconsciente que me hace caer, que me impide lucidez y claridad; tropieza mi cerebro con los enredos del laberinto, donde no hay ancla para afianzar la barca que se mece a la deriva, se va esa brillante idea por esos recónditos lugares donde se agazapa desaparecido.
Paciencia -me digo-, ya irrumpirá cuando me descuide, cuando este distraído, cuando ya no lo necesite y esté en otros menesteres; aparecerá impávido y con sorna me dirá: ¡aquí estaba!   - ¿ya para qué? – pienso; pero si por casualidad tengo a la mano una pluma, lo atrapo,  lo detengo, lo amarro, lo anclo, lo sujeto en cualquier pedazo de papel y aunque intente escapar, lo jalo con el cordón de tinta, ya desnudo y lo encarcelo en cualquier texto.
Para que nadie le preste atención, para nadie nunca jamás lo lea.
No sé cómo hago para ocultarme los anteojos, la dentadura, la cartera o las llaves; pongo las cosas en los sitios más inverosímiles e inimaginables, parece que lo hiciera adrede o estuviera jugando a las albricias, a las adivinanzas o al rompecabezas conmigo mismo. 

POR TI $



POR  TI   $

Por ti madrugan los hombres antes del alba; por ti sacrifican el sueño y el descanso; por ti sudan, se encorvan y se desplazan hasta los confines de la tierra; por ti se desvelan noches y días completos, por ti se inclinan, se agachan y se hincan.
Por ti se queman las pestañas, por ti salen ampollas y cayos en pies y manos; por ti corren presurosos a tomar el camión o alcanzar un taxi; por ti soportan vejaciones, insultos, discriminación y desprecio.
Por ti algunos hombres son capaces de todo, desde robar, traficar, chantajear, extorsionar, corromper, fingir, secuestrar, torturar y hasta asesinar. Por ti incineran cadáveres y moribundos, cavan tumbas clandestinas, desuellan estudiantes; por ti traicionan a parientes, amigos, socios y principios; por ti venden su alma.
Por ti se desatan guerras, epidemias, devastación de bosques, conquistas, invasiones; por ti se remangan la camisa y se bajan los calzones; por ti se emprenden exultantes aventuras; por ti se corrompen las conciencias; por ti se vive y se muere, por ti se ríe y se descansa: por ti se come y se duerme entre plumas; por ti despegan los aviones, arrancan los trenes y salen los autobuses; por ti se mueven los engranes de la hecatombe que se avecina.
¿Qué magia posees para hechizar sin decir palabra? ¿Qué atracción ejerces en los hombres para que te tengan, como básico foco de atención? 
Por ti se desencadenan conflictos y venganzas terribles entre familiares y amigos, por ti se odian entre si los herederos, por ti se arriesga la vida.
Por ti, los políticos son capaces de comer excremento sin hacer gestos; por ti empleados y obreros soportan todo.
Por ti la delincuencia, latrocinios, divorcios y orfandades; por ti se derrumban puentes y estructuras: por ti hay envidia y pobreza, también humildad y riqueza.
¡Por ti el mundo está así, como está! ¿Qué poderosa influencia ejerces sobre la conducta de los hombres? ¿Qué no se hace por ti?  $     

     
  

POBRES DIOSES



POBRES  DIOSES

¿Qué sería de los dioses, sin los hombres?
Cuánta aburrición padecerían si no hubiera a quien amenazar, a quien condenar, a quien exigir ciega fidelidad, a quien hacer promesas, a quien hacer creer en milagros, a quien pedir cuentas de sus pecados, a quien culpar, a quien prohibir el libre albedrio y la libertad de pensamiento.
Pobres dioses si no hubiese quien les sacrificara holocaustos, si  no hubiera quien les rezara, les rogara, les implorara, les temiera y les agradeciera.
Pobres dioses si no hubiese quien creyera en ellos, si solo  hubiera rocas insensibles girando en el espacio, obedeciendo ciegas a leyes físicas  inquebrantables, si solo hubiese gases y explosiones cósmicas produciéndose en el espacio sin fin.
Que tedio el de los dioses si solo existieran animales salvajes, que en su inocencia, solo oyen las voces instintivas de su naturaleza;  no hubiese siquiera, quien los maldijera, los olvidara o por éllos ¡asesinara!
Pobres dioses, teniéndose que contentar con monótonos movimientos y reacciones automáticas elementales de protones, neutrones, electrones y demás partículas subatómicas.    
Nadie les rendiría culto, nunca hubiesen nacido los mitos, jamás les hubieran construido ni altares, ni templos, ni sagrarios, ni iglesias, ni catedrales donde  les veneraran.  
¿Qué sería de los hombres, sin los dioses?
¡Dichosos! Dijo el ateo.



EL ARQUETIPO



EL  ARQUETIPO

El miedo a dios es patético, el pavor a su juicio sobre nuestro proceder nos empobrece el espíritu, su ira implacable manifestada en sismos, tsunamis, erupciones, huracanes, pandemias y guerras devastadoras, nos tienen acongojados y perplejos.

El disgusto de dios provoca pánico entre los hombres, nos hace temblar de horror e impotencia ante sus amenazas de venganza por la voz de sus profetas y predicadores.

Dios es una monstruosidad a quien sin condiciones debe rendírsele pleitesía, ofrecerle los más sangrientos sacrificios y horrendos holocaustos; ente creador y suprema autoridad en el universo entero, ciego ante el sufrimiento de los miserables, cruel con los más débiles, malvado con los inocentes, infame con quien se atreve a dudar de su existencia.

Omnipresente y omnipotente, no habla, no canta, no baila; solo ruge como demonio por la boca de los volcanes, arrebata la vida de niños y jóvenes, comanda ejércitos apocalípticos, siembra plagas y epidemias, destruye a sus detractores, exige obediencia ciega, sumisión absoluta, entrega total a sus caprichos y ¡ay! de aquel que ose cuestionar su infinita sabiduría.

Dios necesita ser adorado, no en partes, no en etapas, no en algunos momentos; sino todo el santo día y sin tregua por las noches, dios se congratula con largas plegarias, con oraciones interminables, con jaculatorias perennes.

A pesar de su infinita crueldad, tendrías que amarlo con todo tu corazón, deberías idolatrarle; no, jamás confundirle, no posee una imagen, no es de yeso ni de porcelana ni de mármol ni de piedra, es invisible e inmaterial; pero siempre te está vigilando, al acecho de la mínima de tus faltas y especialmente a cualquiera de tus distracciones, pobre de ti, si lo desenfocas, su espada  entonces se cierne sobre tu cabeza, para enviarte a padecer tu pecado adentro de las llamas del infierno.

Más te vale que no se entere de tus dudas, mejor sería que no supiera que existes, no sabe perdonar, no conoce misericordia, no entiende de excusas, lo mejor es que te ocultes, que le pases desapercibido, escóndete de su vista porque si te sorprende, lanzará sobre ti, un rayo fulminante emanado de su furia, tenlo presente, jamás lo olvides.