viernes, 11 de enero de 2013


RENACIMIENTO

Las esferas, los círculos, los aros, los arcos;
Formas que reflejan la eternidad, la ida y el regreso,
Redonda manera de la naturaleza en su constante concordia,
En su cíclica parsimonia.

Expansión del tiempo en su primigenia explosión,
Allá van los fragmentos disparados,
Creando el infinito espacio.

Todo vuelve a suceder,
La mañana se transforma en tarde,
El día en noche, la culebra se muerde la cola,
Van rodando los sucesos cuesta arriba,
Atraídos por la gravedad de la pendiente.

Redonda la luna, redondo el sol, redonda la tierra;
Elipses que se elongan para alejarse del centro   
Para luego retornar y casi besar la cumbre.

Vueltas y más vueltas marcan el año,
Repiten los días, regresan los jueves, los lunes,
Vienen de nuevo los meses, los Febreros, los Junios, los Octubres,
 Dan vuelta las horas, las cuatro, las doce, la una.

Rodando el traslado, rotando los mares y las montañas.
Obedeciendo leyes supremas,
Que rigen el planetario movimiento del solar sistema.
Las estaciones vuelven, el invierno, el verano,

La vida es también reencuentro,
El pasado, el presente y el futuro se entrelazan en el tiempo,
Ayeres y mañanas de la mano enfrentan al ahora.

La vida también resucita en cada amanecer,
Emerge como el regreso eterno del círculo que
Voltea sobre sí mismo una y
Otra y otra vez. 

e

LA REPUBLICA

Platón lo explica con claridad en su diálogo “La República” al comparar y equiparar al hombre con la sociedad a la que pertenece. El individuo como célula fundamental del estado.

La ley de la hologramología, evidente en la información genética, contenida en el ADN de la célula, permite que de la parte se integre el todo.

La semilla contiene toda la información necesaria para generar la planta.
Así, afirma Platón, el hombre contiene la información de su sociedad, la parte y el todo se corresponden estrecha y mutuamente. Aceptando esto, tenemos que lo que ocurre en el individuo sucede en la escala de lo social.

Un hombre que padece cierta alteración en su homeostasis, equivale a una consecuencia provocada por indeterminada causa. Presenta un padecimiento, una enfermedad. Cuando intentamos un diagnóstico de su estado de salud, percibimos a través de indicadores que su cuerpo refleja alteraciones en su armonía, que debiera obedecer parámetros normales.

Así, con el termómetro medimos la temperatura, con el baumanómetro la presión sanguínea, con los rayos x observamos el interior del cuerpo, con el microscopio podemos ver la composición de las biopsias, de la sangre, de la orina, de las heces fecales, de la saliva, la mucosa, etc. Contamos además con sofisticadas técnicas de investigación analítica, como tomografía computarizada,  ultrasonido, resonancia magnética, etc.

Diagnosticada así la enfermedad, podemos paliar sus consecuencias, haciendo que el cuerpo aparente recuperar su normal des-equilibrio, pero una vez pasado el efecto de estas enmiendas, remiendos, parches o remedios efímeros; los síntomas volverán a presentarse y la enfermedad se manifestará con el mismo o mayor rigor.

Solo yendo a las causas que provocaron estos efectos, se logran eliminar las enfermedades; en el individuo generalmente los motivos que producen los padecimientos se encuentran en el ámbito de lo psicológico, por lo que es aconsejable buscar también por ahí, la solución del problema. Traumas, frustraciones, angustias, presiones sociales, fracasos, derrotas, impresiones fuertes, debilitan y hacen inseguro el camino de la persona, son causa de dolencias y disfunciones somáticas.

Lo primero que se ve afectado en el individuo es su sistema inmunológico, las defensas se abaten, es decir los leucocitos o glóbulos blancos, los linfocitos pertenecientes al sistema linfático, también. Desde luego que no  todas las causas de las enfermedades tienen su origen en el área psicológica, puesto que también intervienen factores hereditarios, intoxicaciones involuntarias, accidentes, etc.

El mismo desgaste entrópico puede devenir en enfermedad, es normal en la vida del hombre que con la edad la vitalidad disminuya, periódicamente se hacen presentes: epidemias de gripe, dengue, paludismo, influenza, diarreas; tifoidea y otras infecciones constantemente acechan a los organismos vivos.

Existen enfermedades que no son fáciles de aliviar, como sí lo son relativamente las anteriores, a base de antibióticos, éstas son trastornos muchos más complejos, que involucran el funcionamiento general de la persona.

Son las llamadas enfermedades auto inmunes, como la esclerosis múltiple, el SIDA, el lupus, el cáncer, la artritis reumatoide y otras más.  Hay también las que se caracterizan por una deficiencia en el funcionamiento de un órgano, como la diabetes, donde las células beta del páncreas suspenden a elaboración de insulina, hormona indispensable para la generación de energía en las mitocondrias celulares.

Regresando a Platón y su teoría holográmica entre la parte y el todo, es posible deducir que así como es en el individuo es en su sociedad.

Diagnóstico Social

La sociedad al igual que el individuo, padece trastornos que se manifiestan en síntomas de desbalance homeostático, conforme al criterio platónico del paralelismo entre ciudadano y estado.

Las enfermedades de la sociedad se hacen evidentes en un análisis medianamente aplicado a nuestra realidad histórico clínica: terrorismo, proliferación de grupos criminales organizados en carteles, producción, tráfico y distribución de drogas “deliberadamente prohibidas”, delitos de toda índole como: asesinatos, secuestros, violaciones, torturas, asaltos, robos, extorsiones, violencia en general.

Otro tipo de enfermedades que padece la sociedad son: pobreza con todas sus caras, como: hambre, desnutrición, ignorancia, suciedad, debilidad;  concentración de la riqueza, pésima justicia, corrupción en todos los niveles e impunidad; estas última debemos catalogarlas como enfermedades sociales auto inmunes, las más nefastas, ya que siendo órganos pertenecientes al sistema de defensa del estado, atacan a la sociedad, la traicionan.

Sistemas

Se entiende por sistema a un conjunto complejo de elementos que inter actúan. De acuerdo a esta definición tanto el individuo como la sociedad son sistemas que funcionan como tales. Para comprender sus mecanismos, es necesario conocer la relación existente entre sus elementos, que a su vez son subsistemas. No hay entonces, nada completamente aislado, las sociedades son interdependientes dentro de un sistema global.

Mundialización

El acelerado proceso de globalización experimentado por nuestra civilización, tiende a unificar los subsistemas dispersos y someterlos a uno solo, en términos económicos, culturales y políticos. De facto, este fenómeno de mundialización tiene sus inicios en tiempos remotos, en los cinco continentes. El afán de dominio y conquista por parte de los diferentes imperios regionales, ha sido característico de nuestra historia.

Hoy en día casi la totalidad de los pueblos de la tierra, mantienen relaciones entre sí, el sistema monetario internacional deja sentir su hegemonía en todo el planeta, el sistema económico capitalista neoliberal, promovido por el consenso de Washington, cubre a la humanidad entera.

Un sistema basado en perseguir como objetivo primordial las ganancias financieras, la utilidad bursátil, el beneficio monetario, la especulación mercantil y por lo tanto, fomentando el consumismo, la incitación a la demanda, exaltando la competencia, fustigando los mercados mediante la publicidad, etc. Dejando de lado al ser humano de carne y hueso y a su dignidad, al que tiene nombre y apellido, al ciudadano en general.

Este pensamiento es causa de muchos de los males que padece la sociedad humana. Enfermedades del planeta, como el calentamiento mundial, la contaminación atmosférica; la de aguas de ríos, lagos, freática y de los mares, los desechos tóxicos acumulados en los enormes basureros urbanos, la deforestación, la depredación de la naturaleza en general; provocadas todas por el afán de lucro, requisito sin ecua non del sistema que nos rige internacionalmente.

Percepción

Los elementos y los subsistemas se van enlazando en relaciones jerárquicas hasta formar el sistema que abarca la totalidad, así que no podemos aislar por completo ningún componente, ningún subsistema de la fórmula que les eslabona con el todo.

Regionalizando y aterrizando las cosas en nuestro medio inmediato, podemos concluir que todas las instituciones, consejos, secretarías, congresos, poderes, etc. están amarrados y unidos a una jerarquía real y a otra aparente.

El sistema manipula al pueblo y lo hace, apoyado a través de los medios masivos de información, manteniéndole el mayor tiempo posible como pasivo espectador de torneos y campeonatos deportivos interminables que se van encadenando sin tregua, para concentrar la atención en ellos, fomentar el consumismo, promover la enajenación, distraerlos de su papel de ciudadanos responsables de su soberanía.

Causas

Enfocando la atención hacia el origen de las enfermedades sociales antes enunciadas, para primero detectarlas, luego evaluarlas y posteriormente destruirlas; no solo para modificarlas o reformarlas; debemos extirparlas de raíz para que no regresen, de lo contrario solo es el equivalente a un paliativo, es como cambiar de autoridades sin modificar radicalmente el sistema.

Existe un común denominador que enlaza las causas de los males sociales ya diagnosticados; es el poder que representa la riqueza, la superioridad, las propiedades, la soberbia, la vanidad, el mando y la hegemonía sobre aquellos que, lo único que poseen es su fuerza de trabajo.

Existen evidencias que prueban que cúpulas sociales han creado y fomentado históricamente, ciertas enfermedades para inducir de modo artificial la demanda de ciertos medicamentos, para beneficio de los laboratorios que las producen. Provocar males pata vender los remedios.

Instigar antagonismos entre pueblos, azuzar los nacionalismos chovinistas para generar guerras y comercializar armas para ambos bandos.  Previo a la Primera Guerra Mundial y anticipándose a que las clases proletarias se unieran en la Internacional Socialista, se fomento el jingoísmo o patrioterismo exacerbado, para disponer a los pueblos a las luchas por la defensa de las naciones burguesas.

Critica

Investigaciones sobre lo que, al carácter del hombre, hace la industrialización, sea del signo que sea, reflejan la enajenación humana. El efecto que la presión contemporánea ejerce sobre la salud mental de las personas que viven a ella sometidas, es devastador.  El hombre es un producto de la organización social, la necesidad de identidad es tan vital e imperativa, que el individuo no podría estar sano, si no pudiese satisfacerla al menos parcialmente.

La identificación con una estructura orientadora, con un esquema ideológico e incluso con una creencia en algo sobrenatural que dé sentido a la existencia, es aprovechada por el sistema, para la manipulación inconsciente  La salud mental se caracteriza por el desarrollo de la objetividad y la razón; el sujeto alienado es incapaz de soportar el peso de la libertad y la independencia, intenta huir hacia ataduras artificiales que le dan sensación de pertenencia, de arraigo y vinculación.

El Capitalismo enferma, crea hostilidad y recelos que convierten al hombre en un instrumento de uso y explotación, que lo priva de sentimiento de sí mismo, lo convierte en una autómata. El hombre de hoy está condenado a ser un neurótico a causa de la constante frustración de sus instintos inhibidos por la sociedad.

La sociedad y la economía deberían existir para el hombre y no éste para ellas. El sistema convierte al individuo en un apéndice suyo. El mercado es la base de la formación de las relaciones humanas en la sociedad capitalista. En esta rebatiña por el éxito, se destruyen las reglas de la solidaridad humana y se enaltece la competencia, ahora convertida en  competitividad, en donde solo el más astuto gana y todos los demás pierden. Aquí, toda actividad tiene como objetivo final la máxima ganancia posible, es la única lógica que impera.

Ser utilizado, ser usado, es ser empleado para fines ajenos, para el logro del  objetivo del patrón, que es la más grande ganancia posible. El capitalista manda, aprovecha a la persona que, lo único de que dispone es su fuerza vital, su destreza constructiva.

Las cosas están por encima del hombre. Consumir desaforadamente para satisfacer necesidades artificiales, estimuladas por nuestra actual economía.
El gigantesco estado y el sistema económico ya no están controlados por el hombre ¿funcionan por sí mismos?  Lo defienden sus abanderados neoliberales como a un sagrado monolito, pero sabemos que atrás, está la mano siniestra que mece la cuna, la Reserva Federal.  

La relación del hombre con sus semejantes, es la de máquinas vivientes que se utilizan recíprocamente, el individuo no se mueve por solidaridad sino por intereses egoístas, como el sistema del que es un ínfimo engranaje.

La finalidad del estudiante, del desempleado es venderse a buen precio en el mercado de trabajo, ganar aprobación y evitar el rechazo, no sentirse distinto a los demás, el individuo renuncia a sí mismo, para convertirse en parte del rebaño.

El trabajo convertido en  un medio para ganar dinero y no una actividad humana con sentido en sí misma. Medios y fines confundidos.

La Democracia nace viciada de origen, puesto que la sociedad tiene enormes desigualdades de ingresos y posibilidades entre sus miembros, por eso, el sufragio universal no resuelve los problemas que plantea este ideal político. ¿Cómo pueden las personas expresar “su voluntad” si no tienen convicciones propias, si son autómatas enajenados, cuyos gustos, opiniones y preferencias son manipuladas y condicionadas por los grandes medios masivos de información?

Usan la televisión para promover personalidades políticas, lo mismo que para anunciar una pasta de dientes, lo que importa son los resultados de las votaciones. Mediante la insistente  e incesante repetición de una consigna, evitan la argumentación reflexiva y el despertar crítico de la gente, haciendo que los esclavos amen su servidumbre.

La Democracia no puede funcionar en una sociedad alienada, porque en esas condiciones el individuo no tiene ni convicciones propias ni voluntad, solo opiniones reflejas, aversiones, preferencias inducidas y prejuicios irreflexivos.

Propuesta

La creciente dificultad para ganarse la vida, absorbe cada vez más a las masas en preocupaciones materiales inmediatas y hace que lo demás temas parezcan sombras.

La finalidad de la vida es el despliegue de las potencias creadoras del hombre; la finalidad de la historia, es la transformación de la sociedad, en un estado gobernado por la verdad y la justicia.

El primer acto de desobediencia, fue el primer acto de libertad, el hombre tiene que darse nacimiento a sí mismo, su total humanización. La sociedad sin clases, gobernada por la razón y la fraternidad será el comienzo de un mundo nuevo. La falta de fe en el hombre, permitió que el autoritarismo indujera a las masas a crear fetiches, ídolos y dioses.

Hacer creer al trabajador que el es también dueño, empresario activo y participante en el sistema capitalista, es una estrategia maquiavélica para confundir la propiedad de un anafre, una bicicleta o un montón de cachivaches con la de los grandes magnates poseedores de riqueza ofensiva que desquicia toda sensatez.

La energía física del hombre se ha convertido en una mercancía, en una cosa, para actuar consecuentemente en este régimen neoliberal capitalista, el hombre tiene que obedecer, adaptarse a una organización sometida a una rutina enajenante. Una de las formas de sufrimiento mental, es el tedio, el no saber qué hacer ni de sí mismo ni de su vida. El miedo a morir de hambre hace aceptar todas las condiciones, por indignas que sean.

El sentimiento de infelicidad y disgusto en el trabajo, no puede ser reprimido, así lo evidencia la experiencia psicoanalítica.

En el capitalismo, la finalidad del hombre se reduce a tener éxito, venderse en el mercado del modo más provechoso posible, la felicidad se identifica con el consumo de mercancías más nuevas y mejores.

¿El hombre ha muerto? Debe impedirse que el móvil de la ganancia oriente la producción en direcciones socialmente perjudiciales. La burocracia  tiene poca iniciativa, es su carácter mecánico, de ella no podemos esperar nada; por todo lo anterior es urgente implementar formas internacionales de cooperación y planificación económica, modelos justos de colaboración e integración universales, todos vamos en la misma nave.               
 

            
  



          
                 


EXPERIMENTO  FALLIDO

Obligados a aceptar la fantasía y negar la realidad, sometidos a múltiples presiones reaccionábamos.  ¿Cuáles y cómo eran esas presiones? Las naturales del propio cuerpo vivo, era el hambre, la sed, el sueño, el cansancio, el calor, el frío de la intemperie, el deseo y la necesidad de cariño.

Esas presiones nos nacían del organismo y debíamos actuar para saciarlas, eso hacía movernos, nos hacía buscar satisfacer las demandas que nuestra propia sobrevivencia generaba.

Empecé a volverme loco el 11 de Junio del 2011, al darme cuenta de ello supe que ya no era responsable ni de mis pensamientos ni de mis acciones, era yo un inventor de fantasías, mentiras aberrantes, un soñador, un utópico, un idealista incorregible.

Vivía creyendo en un mundo inexistente, repudiando la realidad que me pisaba los talones, que me atosigaba permanentemente, que me acosaba; la rehuía con toda clase de argucias y artimañas, luego me alcanzaba, me caía encima para aniquilarme y por fin lo consiguió.

Nunca lo hubiera querido, pero algo me decía que no podía escapar a la ley natural, el epílogo había llegado a su hora, no irrumpía de manera alguna, lo hizo pausada y respetuosamente.

La realidad sobrepasaba toda fantasía, mi estéril imaginación se colapsó ante la cripta donde el cuerpo de dios descansaba, el misterio de la vida escondía revelarse a mis ojos, únicamente captaba lo permitido por mis limitados sentidos, una mínima parte del espectro infinito de una aparente existencia de las cosas.

Por eso ya no quise seguir indagando, mi corta inteligencia no tenía el alcance debido, la imaginación no daba para especular a tal grado, decidí claudicar, me di por vencido, me rendí a la majestuosidad del milagro perenne que significa la vida.

Me fui olvidando de todo, poco a poco perdí el sentido, el poco conocimiento que había adquirido conmigo murió, me fui para siempre jamás. Fui tan solo un experimento fallido.    



EL  ESPÍRITU  HUMANO

El espíritu humano se ha ido edificando a través de millones de generaciones, haciéndose cada vez más complejo y profundo. La conciencia colectiva se va consolidando permanentemente, cada persona desde su individualidad la va conformando y a su vez participa como receptor de ese espíritu en constante evolución.

Ese colectivo espíritu tiende a la inmortalidad, se ha proyectado a través de cientos de miles de siglos, es lo que ha dado continuidad a la historia, al arte, a la cultura; es esta conciencia lo que sobrepasa la individualidad personal, lo que ha permitido la proliferación de las ciencias y las humanidades.

Las personas somos efímeras, solo momentáneas, existimos un breve período; abrevamos y contribuimos al engrandecimiento o al deterioro de ese espíritu que nos trasciende.

En los inicios de nuestra civilización, este espíritu fue extremadamente rudimentario, paulatinamente su primitivismo fue dejando estos estadios, fortaleciéndose con la experiencia acumulada y heredada a través de  generaciones, en constante sucesión.    

Un proceso automático independiente de la conciencia de los hombres, acarreando esa conciencia colectiva indistintamente, luces y sombras, cualidades y vicios, virtudes y defectos; que han resultado – en gran medida – catastróficos para gran parte de la especie humana y benéficos solo para una minoría.

Ha llegado la etapa en la que el hombre, como individuo, cobre conciencia de su responsabilidad como arquitecto de ese espíritu colectivo, mismo que  no muere como lo hace la persona.

Las generaciones por venir, deberán encontrar el terreno cultivado para desarrollar y enriquecer el espíritu humano y continuar construyendo su destino o de lo contrario, dejar que siga sin control, como hasta hoy ha sido.




CONCLUSIONES

La razón por la que el sistema económico y político prohíbe las drogas, es porque su consumo, pone en su lugar las ambiciones estimuladas por el sistema, es decir las paraliza.

El motor de la economía de mercado, es  la perenne insatisfacción del público incitada al consumo irrestricto, de lo que se ofrece.

Encontrando en estos paraísos mentales el júbilo, el regocijo, la felicidad y el sosiego tan benéfico para la salud espiritual del hombre, éste desiste de perseguir los paradigmas que el mercado, mediante la publicidad, le oferta abierta o subliminalmente, a través de la moda, la televisión, los anuncios y la imitación.

Los enteógenos son enemigos acérrimos de la industria, del comercio, de la banca, de la institucionalización de la vida, sometida al incesante bombardeo mediático.

Los enteógenos dosificados, llenan el vacío interior que abren las religiones y que no llenan ni oraciones ni amenazas, así como tampoco satisfactores frívolos y ostentaciones vanas.

El sistema económico ataca la sencillez, su enemigo encarnizado es el simplismo de una vida rica en armonía interior, concordia con el mundo, vida contemplativa y natural, que solo quiere disfrutar hedonísticamente del placer de existir.        



SUICIDIO COLECTIVO

Como plaga se extendía el suicidio, se había puesto de moda en el mundo, alguien decía que era debido a tanta prohibición, a la represión ejercida por el modo de vida tan distante al alma del hombre; otros por el contrario, argumentaban que era por tanto libertinaje permitido.

La epidemia no discutía razones, había empezado cuando el Congreso expidió el decreto condenando a la eutanasia como delito grave; en hospitales, clínicas y sanatorios se intentaba detener. No obstante médicos y enfermeras eran cómplices del crimen, al fomentar entre los pacientes terminales esta práctica, recomendándola no solo para atenuar sus dolores sino para acabar definitivamente con ellos, la panacea para todos los males, la única salida segura, era morir serenamente, sin angustias.

Después los mismos galenos la ejercían sobre sí mismos, enfermeras y para médicos les seguían a corta distancia, el contagio siguió en universidades, colegios, primarias, secundarias y bachilleratos; maestros y alumnos se colgaban de postes y rejas.

En los laboratorios se formulaban pócimas que abreviaban el sufrimiento de la existencia, cada vez se encontraban mejores mortíferos venenos, con una demanda creciendo de manera exponencial, las funerarias hacían su agosto, los panteones reventaban de sepelios, pero vacíos de condolidos.

Las oficinas burocráticas parecían funerarias donde los cadáveres se pudrían encima de escritorios y taburetes, las computadoras,  impresoras y copiadoras volcadas sobre los cuerpos inertes, aún parpadeaban sus luces.

No había suficientes ambulancias para el traslado a los cementerios donde ya no había espacio para las tumbas nuevas, se abarrotaban los restos mortuorios de los suicidas en las fosas comunes que, a última hora, habían logrado abrir excavadoras y palas Caterpilar, antes de que sus operadores se cortaran la venas.

Calles, banquetas y camellones estaban saturadas de moribundos, unos encajándose navajas en el cuello, otros inyectándose concentradas drogas en las arterias, otros más ingiriendo cianuro, estricnina, curare, cicuta y otros tóxicos brebajes a grandes tragos, los más pobres se estrangulaban con las uñas.

Los soldados, policías y cadetes siguieron a los sicarios, policías y presos que siempre encontraban ingeniosas maneras de acabar con su vida, se daban un solo tiro, el de gracia, así yacían desangrándose tirados en pasillos, gradas y jardines.

Las mujeres no se quedaban atrás, se ahogaban con sus rebozos o se ahorcaban con sus delantales, bebían sosa cáustica hasta retorcerse en el piso, como trapeadores sin cubeta.

Se colgaron curas, obispos y cardenales; no había quedado un solo monje, el papa se arrojó de la cúpula de la catedral de San Pedro, quedando sus despojos esparcidos en la plancha del Vaticano.

El suicidio colectivo a nadie perdonó, pronto los negocios mercantiles quedaron desiertos, los clientes fallecían por todos lados, las deudas antes aseguradas quedaron pendientes, las hipotecas suspendidas, los pagarés varados en las carteras vencidas, los cheques atorados en las cuentas por cobrar.

Las pantallas de los televisores eran letra muerta, los anuncios inútiles, la publicidad obsoleta, las acciones desparramadas en el polvo, los impuestos detenidos, la corrupción estancada, el ruido de las ciudades acallado por el aletear de los zopilotes y el crujir de las mandíbulas de hienas y chacales.

La ola no distinguía ancianos, adultos, jóvenes y niños; todos escapaban del horror en que había convertido la vida humana, por causa de  los poderosos intereses económicos, de un puñado de ambiciosos, enfermos de codicia.        


LA  CIUDADANIZACIÓN  DEL  PODER

A la clase política, le ha parecido una aberración, una afrenta a su condición y calidad, el que la ciudadanía se atreva a poner en duda su legitimidad y con ello su credibilidad; al proponer que los órganos electorales tuvieran siquiera, participación del pueblo en los procesos.

La ciudadanía, por cuyo apoyo luchan todos los políticos, es considerada por éstos, como inmaduro y pueril,  una horda sin criterio ni capacidad para organizar nada, tampoco para gobernarse e incluso ni siquiera para elegir a sus autoridades.

La ciudadanía es, al menos teórica, hipotética y constitucionalmente la depositaria de la soberanía, es decir, la máxima autoridad de este país y osó sugerir y conseguir que la operación de los procesos electorales pasara a sus manos.  A regañadientes lo aceptó el poder, con las reservas de una inercia autocrática de los partidos, de Gobernación y de la clase política que todavía se resiste a renunciar a este privilegio.

Toda clase de trabas han obstaculizado este asomo de democracia, la elección de presidente y consejeros electorales, ha estado manchada de manipulaciones, preferencias, engaños y fraudes.

Ahora la ciudadanía se da cuenta de la importancia, no solo de su participación, sino también de su jerarquía para imponer su voluntad en la difícil transición a una democracia verdadera y dejar atrás la falsa y simulada democracia que nos ha caracterizado.

Queremos ser un pueblo que merezca un buen gobierno, por ello deseamos ciudadanizar no solo el organismo encargado de los procesos electorales, sino también el poder político en su conjunto.

Esta corriente de pensamiento pro-democrático, coloca en la mesa el debate político, la factibilidad de que la ciudadanía además participe activa y soberanamente en la formulación de las leyes, en la vigilancia de su aplicación y en la fiscalización de la ejecución de la voluntad ciudadana.

Debemos los ciudadanos dejar de ser ese sujeto pasivo, que solo participa activamente el día de las elecciones y después se retrae  a observar como lo marginan, lo ultrajan, lo despojan, lo abusan, lo usan y lo explotan los miembros de la clase política enquistada en el poder y la que ya se avecina, la que ahora está en ciernes.

      




SUBJETIVIDAD

Hay quien puede estar temblando de miedo en el paraíso y quien revolcado de risa en el infierno. Todo está en la cabeza, todo es subjetivo.

Demonios, monstruos y bestias, pueden parecer simpáticos y juguetones animalitos a una mente estable y serena. Pueden patos, ardillas y mariposas parecer un horrendo castigo a una mente llena de ansia y desasosiego.

Una noche de tormenta en la sierra, puede ser maravillosa para alguien y desastrosa para otra persona, todo depende de cómo cada quien lo perciba.

Se disfruta o se padece el mismo evento, en forma completamente opuesta, según el sujeto que lo experimente; en la mente se convierte la realidad en un averno o en un cielo.

La felicidad y la amargura sentidas por el hombre, están en función de la manera cómo se tomen los hechos, más que de la realidad objetiva misma.

Subjetividad y objetividad mezcladas en una ecuación, que se despeja de modo personal, sin descartar por supuesto, que también, lo infernal pueda asustar y el paraíso gratificar.

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PROHIBIDO

El sabor de lo prohibido llama como la miel a la abeja, qué mejor deleite que aquello que fue satanizado, ahí está el gusto, ahí el placer, tras la chapa y el candado.

Refulge la reja que niega el paso, reverbera la puerta que detiene el camino, es ese letrero que advierte del peligro, lo que invita al desafío.

Ahí donde están las leyes que inhiben la libertad, está el reto. Detrás del muro, las delicias. Bajo esas naguas, el placer.

Violar las reglas, romper las tablas, pisotear los estatutos, burlar artículos, reír de las leyes, despreciar los procedimientos; he ahí el antojo del liberto.

Fuera cadenas, al demonio las ataduras, al diablo los juramentos, al infierno las promesas, al carajo las enmiendas, al drenaje los remordimientos.

¿Qué magnetismo ejerce lo prohibido, que con mágica sustancia embelesa al atrevido? Desobediencia ciega, rebeldía callada, pudor oculto que candente arde el alma.

No me hinco, no me doblego a los dictados de la fe, estalla el volcán herviente con un sórdido dolor que late en el centro de la existencia.

Eso no vale, por ahí no pases, ni siquiera lo intentes, te meterás en problemas, no vale la pena el riesgo, rezan las advertencias, sentencian las amenazas.

Renuncio a lo permitido, rechazo lo posible, descarto lo prudente, desdeño lo aconsejable. Voy por lo imposible, por lo que apena, por lo que acongoja y da vergüenza; me revuelco en lo vedado, me escondo en el pecado, me hundo en el escarnio, me muerdo los labios, me lamo los pies, me solazo con pensamientos lujuriosos, disfruto las prácticas libidinosas, me escurro entre blasfemias, abrazo anatemas, juego con sacrilegios, quebranto todos los preceptos.

Vuelo por los aires, me remonto a las profundidades, doblego a las diosas, hago víctimas a las vírgenes, cazo dragones, monto unicornios, rejoneo minotauros, correteo cancerberos, soy amigo de sátiros, intimo de Dionisos, soy amante de Diana y de Venus, me seduce lo infame, lo malvado y lo pernicioso.    



CANASTA  BÁSICA

En una crisis económica, lo sensato fuese que sus efectos recayeran en el abatimiento del consumo de productos y servicios superfluos, propios de las altas clases sociales, que disponen de recursos más que suficientes para sortear la contingencia.

No debieran afectar estas crisis, al consumo de bienes esenciales que son indispensables para una digna calidad de vida, pero generalmente las clases proletarias de bajos ingresos, son las más perjudicadas, la escasez es resentida por las familias más pobres y marginadas.

Magnates, altos funcionarios, banqueros, ejecutivos y accionistas de altos ingresos, no merman sus dispendios y lujos, siguen su tren de vida sin ver para nada disminuido su nivel de consumo. Buenos vinos, excelente comida, viajes, indumentaria, joyas, espectáculos y en general artículos suntuarios, los continúan disfrutando a similar ritmo.

El pobre tiene que bajar el consumo de tortilla, de chile, de sal, de frijol  de arroz, de verduras, de fruta, de huevo, de agua, de gas, de electricidad, de papel, de aceite, de pan, de todo lo que forma su canasta básica; con el consecuente detrimento de su salud y de calidad de vida.

En contraste con el potentado que sigue importando vehículos de lujo, perfumes, modas, espejos; el pobre debe disminuir la utilización del transporte, de medicinas, de esparcimiento; además de estar expuesto al desempleo, que lo dejará eventualmente en la calle.   

Normalmente el pobre paga renta, hipoteca, intereses elevados, abonos de usura, todo es más caro para el necesitado. 

El rico es propietario, goza de rentas fijas, de intereses que su capital devenga, entradas por aquí y por allá, recursos financieros colocados en fondos de inversión a largo plazo, reservas en divisas, depósitos en cuentas en bancos extranjeros, bonos diversificados. Tiene además la protección de seguros y exención de impuestos en los más inverosímiles casos.

El pobre está expuesto a toda clase de contingencias, es mucha más sensible a cualquier alteración a la baja de la economía, tiene siempre la soga al cuello, vive al día y así todavía se le explota, se le extorsiona, se abusa de su miserable condición.    



EL CARTEL

-Llama al Sapo, dile que es urgente, necesito hablar con él, parece que estos imbéciles ya van por la legalización….
-¿Qué? ¿Permitir el uso moderado? No lo creo, el Sapo se pondrá furioso cuando le anuncien ¡la malévola intención!
- ¿Sí? Bueno, aquí el Sapo, a ver dime ¿qué sabes de esta iniciativa?-
-Mira Sapo, un grupo de Diputados independientes, está planteando al Pleno del Congreso la legalización, lo hacen con argumentos fundamentados en cifras estadísticas, beneficios terapéuticos y experiencias internacionales;-
- mira no creo que pase, no lo aceptarán nuestros Senadores y tampoco la Cámara baja, somos una mayoría, ya cabildeé con todos, se armará un revuelo y se acabó.-
-Lo que no conviene es que se discuta, ¡debe darse carpetazo a esa estupidez, antes que cualquier debate! ¿Me explico?
-Háblale a Beltroni, al asco de Diego, al hipócrita de Santiago y al arrastrado de Emilio, los quiero aquí hoy a las cinco en punto, ¡sin excusa!-
-Ahí estarán Sapo ¡sin falta!
-y si no quieren, me los ¡levantas!-
A ver mis parlamentarios ¿Cómo que van a discutir la legalización?-
-Bueno, Sapo; permita explicarle-
-No me ande con rodeos ¡al grano!-
-Unos Diputados independientes, propusieron a través de una iniciativa, la legalización del cultivo doméstico y la comercialización a pequeña escala de algunos fármacos como la marihuana, la coca, el peyote, los hongos y la salvia divinorum. Nosotros recibimos una copia, la vamos a parar. No pasará, repetidamente gritaremos todos en coro, ya acordamos, no se preocupe Sapo, las drogas no serán legalizadas, primero pasarán sobre mi cadáver, se lo juro Sapo-.
-Pues hay se los haya, como decía mi tío Epaminondas, sería su ruina, nosotros tenemos además otros negocios, pero a ustedes se los carga la chingada, están avisados, al contrario, ustedes deben velar por la prohibición cada vez más estricta del comercio y del uso de los estupefacientes ¿ENTENDIERON?-
-Ni hablar, Sapo, usted manda-
-Ustedes ladren por salvar a la juventud del vicio, impulsen leyes que satanicen la canabis, la coca y las demás hierbas, reprueben con toda energía cualquier intento de legalización, no den siquiera oportunidad del debate sobre el tema, antes bien, castiguen con mayor rigor la siembra, el trasiego, la distribución, la venta y hasta el uso ¿ENTENDIDO?
¡Ahora largo de aquí, antes que me encolerice y los agarre a balazos, punta de inútiles! ¿Luego qué les voy a decir a los jefes? -    

LA  SOCIEDAD  ENFERMA

El individuo es la célula fundamental del Estado, Platón lo explica con claridad en La República, al comparar y equiparar al hombre con la sociedad a que pertenece; existe una estrecha correspondencia entre ambos conceptos.

Las leyes del principio holográfico se hacen evidentes en la información genética del ADN (Ácido desoxirribunocléico) contenido en el núcleo celular y que permiten que de la parte se integre el todo, como en la semilla, en potencia, se encuentra la información del árbol completo.

Así, afirma Platón, el hombre contiene la información de su sociedad, la parte y el todo al que pertenece son correspondientes. Aceptando esto, tenemos que lo que ocurre en el cuerpo humano individual, acontece en la escala de lo social.

Un hombre que padece cierta enfermedad, presenta un desequilibrio homeostático, una anomalía en su constante esfuerzo metabólico, que detectamos a través de síntomas o avisos que manifiesta su cuerpo al salirse o desviarse de su salud normal y lo hacemos a través de varios indicadores como el dolor, la temperatura, la presión arterial, los niveles de glucosa, la composición de la sangre, el color de la piel, etc.   

Diagnosticada la enfermedad, podemos paliar sus efectos, con analgésicos, con antibióticos, con remedios efímeros, parches, incluso con cirugías y diversos tratamientos médicos para controlar e inhibir esos síntomas, esos malestares. Pero si pasados estos intentos y no se atacaron las causas que provocan el síndrome, los síntomas se volverán a presentar con igual o mayor rigor. 

Únicamente yendo a las causas que provocan las enfermedades del organismo podremos llegar a recuperar la salud de manera más o menos definitiva, en el entendido que siempre deberemos aplicar terapias preventivas, a fin de evitar en lo posible recaer y aceptando que la vida es dinámica, los riesgos se irán presentando como fenómenos propios del mismo proceso vital.

Deberemos también tomar en cuenta la existencia de diversas clases de padecimientos, una categoría de los cuales, son las enfermedades auto inmunes, es decir aparecen cuando las mismas defensas del cuerpo lo atacan; esto en el cuerpo social equivale a la corrupción, por ejemplo la que ejercen los mismos cuerpos policíacos encargados del orden y que atacan a la sociedad, trátese de los ciudadanos urbanos, de los campesinos, de los indígenas o cualesquiera otro grupo. Los mismos gobernantes, supuestamente encargados de administrar los bienes de la nación, dictar y aplicar las leyes, en otras palabras conducir al cuerpo social por el sendero que lleve a la paz y felicidad de todo el conglomerado, son quienes lo expolian.

Establecido así este paralelismo entre el individuo y la sociedad, podemos diagnosticar las diversas enfermedades que padece nuestra afligida sociedad. Las principales dolencias sociales detectadas son las siguientes:

1.- La injusticia.  Esta con sus diferentes variantes:
                            a)  Injusto reparto de la riqueza.
                            b)  La corrupción en el poder judicial.
                            c)  La impunidad.
                            d)  La ausencia del estado de derecho.

2.-  La ignorancia: Con sus variantes:
                            a)  Fanatismo
                            b)  Inconciencia
                            c)  Pobreza

Por el momento supongamos que estas son dos de las más graves enfermedades de nuestra sociedad, evitando por el momento referirnos a la corrupción política.  Podemos aplicar paliativos, remedios momentáneos a estas afecciones sociales, lanzando campañas educativas, obligando al reparto de utilidades a las empresas, incrementando los castigos y las penas a la violación de la ley, haciendo auditorias en todos los órdenes burocráticos, poniendo candados en el manejo de los presupuestos, siendo más rigurosos y estrictos en la aplicación de códigos y reglamentos.

Si las causas que provocan estos males, persisten; los efectos serán recurrentes de inmediato, al cesar la aplicación del medicamento. Tenemos y debemos encontrar las causas que provocan estos síndromes sociales. Llegar a esas profundidades suele ser peligroso ya que existen enormes intereses económicos ciegos, pero poderosos que se resistirán a toda costa a ser trastocados ni con el pétalo de una rosa.

Es una estructura rígida, incapaz de renunciar a su privilegio histórico, aunque en el fondo sepa que ese andamiaje provoca la desgracia de la humanidad completa, responsable de los males que también padece nuestro planeta, erosionado y depredado por la voracidad inherente a este sistema que busca ante todo, el lucro por encima incluso del hombre mismo.

El sistema económico fundamentado en incrementar el consumo de todo, fomentar el gasto, la inversión, el ingreso, el ahorro, la acumulación, el poder, sin considerar en absoluto prácticamente ningún otro factor, es la causa de las enfermedades sociales.

El problema es grave, ya que estas causas son aparentemente inamovibles, prácticamente sagradas, en ellas se sustenta el progreso y desarrollo de las naciones: La industria, el comercio, la banca, el progreso, la prosperidad, la productividad, la competitividad, la publicidad, la riqueza, las ganancias, las bolsas de valores, los índices de los productos nacionales, los intereses, los beneficios, las acciones bursátiles; aunque todo esto esté en manos de solo unas cuantas personas.

Los demás seres humanos no deciden, no cuentan, son los marginados, los sin opinión, sin educación, los que sobreviven en la miseria, los que se quedan en sus jacales, los que emigran y son secuestrados, los que ni estudian ni trabajan, los que se tienen que alquilar por nada, los que se ven obligados a delinquir, los que hurgan en los basureros, los que están dispuestos a todo para mantener a sus familias, los que aceptan ser acarreados y vender su voto para comer, los hambrientos, los famélicos., los que no se ven ni se oyen.

Los otros, esos se saben agachar ante el poderoso, ante él, son sumisos y dóciles; conocen el arte de la traición, se doblegan con el fuerte y desprecian al débil, se han hecho expertos en el oficio de arrastrarse cuando así les conviene, lo suyo es la falsedad, la simulación.

La enfermedad que padece nuestra sociedad no es solo privativa de nuestro México, la padecen todos los países y los pueblos de la tierra, aunque no al grado del nuestro, en todas partes unos cuantos son los que detentan el poder y la riqueza,  se defienden a capa y espada, se han blindado, pero no son invulnerables a la catástrofe que su misma ceguera provoca.

Son insaciables, son los propietarios del mundo, están verdaderamente enfermos de miedo de perder hasta la más insignificante de sus ventajas y no les importa desatar una guerra, una epidemia, la polución de nuestro aire o la contaminación total de nuestras aguas con tal de ganar porcentajes en la cuantía de sus tesoros.

El mundo completo cándidamente les sigue su juego, apuestan en sus casinos y en sus bolsas, depositan en sus bancos, compran en sus mools, ven sus programas de TV, se enganchan en sus campañas, obedecen sus modas, aplauden sus logros, admiran sus hazañas, imitan sus desdenes y sus caprichos, como rebaños ciegos pastan desprevenidos, sin percatarse que van directo al desfiladero.